En el nudo gordiano

La galería Moretart ofrece la muestra  de fotografía “El nudo gordiano” de Victoria Diehl ( A Coruña, 1978), que recoge una selección de obra de tres series: “Vida y muerte de las estatuas”, “El cuerpo vulnerable” y “En  las moradas del castillo interior”, en todas las cuales el protagonismo corresponde al universo femenino (rostro y cuerpo, especialmente), cuyas imágenes hablan de fragilidad, de vulnerabilidad y de pasajera belleza. V. Diehl trabaja muy especialmente la piel, la visión de lo táctil, buscando, en ocasiones, –suponemos que por medio de programas informáticos–darle texturas y color de estatuas de piedra o acabados terrosos de modelado en barro; está, en este caso, haciendo una recreación digital del oficio de escultor e imitando sus métodos; nos sitúa así ante la vida y muerte de las estatuas, en una dilogía, en un doble sentido que alude tanto a la pervivencia del arte, en su sentido más clásico, como a la ya inevitable presencia de los invasivos procedimientos de las nuevas tecnologías. 
Esto plantea la pregunta o, si se quiere, el “nudo gordiano” del título: ¿seremos, en el futuro capaces de apreciar la materia, de trabajarla, de acariciarla con fruición o, por el contrario, estaremos abocados a vivir virtualmente en el mundo del arte? ¿ Y bastará con eso? La respuesta no nos compete y el “nudo” incapaz de deshacer lo cortó Alejandro con su espada, como ya se sabe. V. Diehl quiere hablar también de heridas, de máculas, de dolores internos que afloran a la epidermis y esto lo hace en su segunda serie de “El cuerpo vulnerable”, donde jóvenes rostros, que a veces, recuerdan Dolorosas, aparecen con manchas y pequeñas pústulas  o con ojos vidriosos como cubiertos por las telas de espesas cataratas; con ello, como hicieron los artistas del Barroco, nos lleva a reflexionar que ni la juventud, ni la belleza son pasaportes contra el tiempo. 
En su última serie, donde alude a las teresianas moradas, se acerca a la estatuaria religiosa, a las santas de aire angélico, que reposan sobre rasos y sedas encerradas en hornacinas, a las cuales se rinde culto en algunas iglesias y cuyos cuerpos mórbidos tienen el color y la lisura de la cera y un aire amuñecado y ya atemporal; sólo entonces- parece querer decir- cuando el velo de la muerte y de la santidad ha congelado la vida se termina la doliente condición de la mujer y, aún entonces, lo que se venera, es un cuerpo cortado por sus partes pudendas y asexuado. Victoria Diehl ha comenzado su carrera en 2003, una carrera vertiginosa que la ha situado ya entre los 100 mejores fotógrafos de España.
 

En el nudo gordiano

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