LAS MULTITUDES DE GENOVÉS

El Museo de Arte Contemporáneo de Gas Natural Fenosa ofrece un amplio recorrido por la obra de Juan Genovés (Valencia 1930), desde sus inicios en la década del 60 hasta la actualidad; más de cincuenta años, por lo tanto entregado a reflejar la epopeya de los seres anónimos, de esos que sufren la historia (como diría Albert Camus), pero cuyos rostros jamás aparecen; a lo sumo, son números de una interminable lista, como la que se ve en el cuadro “Uno, dos...”, de 1965 o sujetos de un “Grito” que se pierde en el espacio, según reza una obra de 1967. 
Precisamente, al final de esa década, en 1969, Rafael Alberti describía así estas multitudes de Genovés: “Los amedrentados/ los aborrecidos/, los desposeídos/ perseguidos/ capturados/ maniatados/ los desconocidos / apaleados... No digo los nombres/ todos tienen nombre/ no digo los nombres....”. Eran esas masas llevadas por el vaivén de los acontecimientos, con toda su energía en movimiento como un enorme mar, las que le fascinaban y tenía que pintarlas así: en su indetenible, imparable, perpetuo devenir. Enfrentado al Informalismo imperante militó en las filas de un realismo crítico que buscaba hacer  del drama humano su verdadero protagonista; fueron los años de Equipo Crónica, Estampa Popular, Grupo Hondo (en el que militó), entre otros. 
Necesariamente, para poder ofrecerla en perspectiva, Genovés mira a la humanidad desde lo alto, de manera que el espacio se convierte en vértigo y en vórtice fagocitador y las personas son apenas meros puntos impulsados por una fuerza ciega; son secuencias de una interminable película que se repite y se repite perpetuamente; durante los años de la represión franquista, la película tenía una lectura política muy clara; hoy en plena democracia la interpretación que debemos hacer es sin duda más ontológica: los tiempos han cambiado, los actores también, pero la masa humana sigue siendo manipulada, sigue siendo llevada y traída por ideas y –volviendo a Alberti–: “Todo tiene un ritmo/ un ritmo de muerte/ un ritmo de vida/ un ritmo de muerte / o de vida a muerte”. 
Uno de los aciertos de Genovés –y pensamos que eso es precisamente lo que singulariza su obra– es haber acertado con esos ritmos, con ese juego abierto entre figura y espacio, entre elemento mínimo: hombre-punto y combinaciones de grupos; añadido a ello el color le permite hacer una variante ad infinitum de la eterna, móvil, y a la vez frágil y potente, condición humana.

LAS MULTITUDES DE GENOVÉS

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