Hakon Bleken, en el MAC

El Museo de Gas Natural Fenosa (MAC), en colaboración con  la Kuntsen OAS Shipping, ofrece, por primera vez en España, la muestra “El camino entre la abstracción y la figuración” del noruego Hakon Bleken (Trondheim, 1929), formada por 58 obras que van desde 2008 a 2016. Bleken,  considerado uno de los más notables artistas de su país, enlaza, por el intenso pathos de su obra, con una larga tradición nórdica de preocupación existencial que va desde pintores como Munch a escritores como Ibsen, Knut Hamsun, Kierkegaard, Strinberg o cineastas como Bergman. 
Sus cuadros –algunos de ellos hechos exclusivamente para esta muestra–, ofrecen espacios liminales, llenos de inquietantes y a menudo desdibujadas presencias que parecen enfrentarse a un enigma al que interrogan. Hay toda una metafísica dramática expresada a través del trazo agitado y potente, de la fragmentación de planos, de los contrastes de color y del sombrío juego de sombras, también contribuye a ello el collage de páginas de periódicos que actúan como un desdibujado palimpsesto que sirve de fondo al acontecer humano. 
Están también los símbolos, como el de Ícaro precipitándose desde las doradas y solares alturas a las grises y terrenales oscuridades; o el de las obras  que tienen por tema La isla de la Muerte, inspirada en el famoso cuadro de Böckling, donde la idea de un desconocido más allá que aguarda al ser humano aparece reflejada con patetismo. La isla es un solitario peñasco, que adopta variadas formas, entre ellas la de la cabeza de Dalí, o de dos grandes cráneos animales, o de una cueva en la que se van apilando fotos de sucesos históricos; puede parecer también un enorme animal, una especie de tiburón de oscuras fauces o una volcánica piedra estallando en roja lava; pero en todos los casos es el lugar final hacia el que lleva el barquero Caronte. 
Partícipe de este drama es también el animal y de ello deja constancia en las cuatro versiones de Perro y hombre, donde un galgo vigila la descompuesta figura de su amo muerto. La tensión de la vida, de índole barroca, se resume en el tríptico Movimiento de un perro que recuerda tanto a Rembrandt como a Bacon. Hay una serie de retratos donde la necesidad de extraer hacia afuera lo que sucede dentro del alma del retratado alcanza cotas de elevado expresionismo; así los rostros de Vera donde las arrugas se confunden con rojas venas, o el ensimismado rostro azul del músico Arne que mira con tristeza para sus también azules y ya incapacitadas manos, o los ancianos rostros de sus padres que parecen llevar escrita la estoica aceptación del fin; impresionantes son los autorretratos de Canción de atardecer, con sombras de encapuchados rodeándole y  donde él aparece como testigo y testamentario de una Europa amenazada, de un mundo que se va.

Hakon Bleken, en el MAC

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