Tras la claves de la vida

La luz, la palabra, el movimiento, el ritmo, el aire se dan cita en las esculturas que Soledad Penalta expone en la galería santiaguesa Bus Station Space; un extraordinario conjunto de piezas de acero, en las que combina formas antropomorfas estilizadas, con formas geométricas, buscando un diálogo abierto con el espacio; de modo que consigue transmitirles una sensación de ligereza, de levedad, a la vez que hablan del imparable  discurrir de la vida.
Saliendo en hilera de acristaladas urnas, trepando por la vertical, arracimándose en senos que recuerdan cápsulas de semillas, sosteniendo entramados, situándose al pie de cintas que se despliegan como ramas o plantas, enlazándose… sus criaturas crean una airosa y sinuosa danza barroca de poderoso impacto visual, que encuentra su perfecto contrapunto en las lisas superficies del dinamismo curvo dispuesto con grácil armonía.
Una energía viva y cambiante circula por estas obras, que se acentúa con las perforaciones de la escritura de textos y poemas que la escultora ha grabado en las brillantes zonas planas; de manera que se percibe el reverbero de las incisiones como el vibrar de miles de mensajes en tensión de decir, que producen un efecto musical; y el espectador espera la pronta aparición de un sonido metálico en el aire.
De hecho, una de las esculturas, conformada por un conjunto de cilindros huecos que penden del techo, evoca intensamente los tubos de un órgano, lo que avala su título “Sonidos de la historia sin fin ni límites”.
Circula el aliento cósmico por estas locuciones  grabadas que viajan como las aguas del río hacia siempre y hacia nunca con su titilar de mensajes; o que van y vienen como los “Asubíos do vento”, tal como reza una escultura compuesta por un apiñamiento de cintas de acero que descienden en cascada de la pared hasta el suelo, por ellas respira el ansia de expresar lo que es la vida, lo que es la condición humana, sujeta a los vaivenes del tiempo: ese “Día a día” en que tantas cosas nacen y tantas declinan.
Sin duda uno de los grandes aciertos de Soledad es haber logrado conjugar un número pequeño de elementos plásticos con la variedad infinita de las posibles combinaciones; de esta manera puede hablar de “La inmensidad vacía de las cosas”, o ver “Como son iluminadas por un relámpago sin límite” o, sobre todo, como late y se configura el “Mutable mundo de lo próximo”, a modo de ancestral criatura, de gran madre, con forma de tortuga o de óvulo. Respiración, canto, mónada, célula germinal, luz y sombra, ¡milagro!, hacia todo eso y mucho más apuntan las esculturas de Soledad Penalta

Tras la claves de la vida

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