BECARIOS DEL MAC

El Museo de Arte Contemporáneo de Gas Natural Fenosa ofrece la muestra de los tres becados de 2014: Carla Andrade (Vigo, 1983), Miguel Mariño (A Coruña, 1977) y Loreto Martínez Troncoso (Vigo, 1978). C. Andrade nos lleva, con sus fotografías, al desierto, a la frontera, a la desnudez, a la poética de los límites, al rastro, a la memoria perdida, a la evocación de lejanías espacio-temporales, que sólo pueden medirse en eras geológicas. Nos pone frente al vacío, la desnudez y la nadidad humana, y lo hace en blanco: blanco arenoso o rugoso o con grietas y ondas que apenas proyectan grises sombras. En otras palabras, nos acerca a la contemplación, a la reflexión, al silencio y nos deja solos, frente a la raya sutil que separa la vida de la muerte.
M. Mariño se pasea y nos pasea por sus espejos multiplicadores –de esos que Valle llamó esperpénticos y Borges dijo que son abominables–, para hablar de “La pesadez del reflejo” o, en otras palabras, de lo difícil que es aprender a ver y, sobre todo, aprender a verse. En este reconocimiento –como él mismo dice– “las respuestas desaparecen y las preguntas se multiplican”. Postura metafísica que nos lleva también, como Carla, a las fronteras de la realidad y sobre todo, al espacio interior, a ese gran desconocido. Mariño utiliza proyecciones lumínicas que recuerdan el ojo y distorsiones fotográficas que configuran criaturas que pueden evocar insectos, mariposas, hojas, galaxias…, la sugerencia, en suma, de todos los posibles del reflejo. Nos deja, después frente al mar y a los repetidos, multiplicados, innúmeros horizontes.
El trabajo Opereta A-Mar de Loreto Martínez es un mezcla de relato fotográfico y de montaje teatral que recuerda a los cómicos de la legua, cuyos protagonistas son los habitantes de la región de Trafaria, justo en la desembocadura del Tajo, en la Costa de Caparica, en Portugal. Una comedia experimental y en vivo, a la manera de los happenings que se hicieron famosos en los años sesenta-setenta y de los que hicimos algunos aquí en Coruña (galería Mestre Mateo, de feliz recuerdo). Pero ahora no son profesionales del teatro, ni artistas los que actúan, son las gentes del común, a las que se invita a la participación colectiva en talleres, donde dieron voz a sus pensamientos y emociones, para terminar con una fiesta pública, con ágape incluido, a modo de celebración dionisíaca. Loreto fue el alma máter, el relato de los hechos ha corrido a cargo de Ana Bigotte y Joana Braga, pero los actuantes fueron todo un pueblo.

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