Por amor al arte

Estamos ante la segunda edición del Festival de Cortos, entre cuyas propuestas paralelas está la  realización de muestras de arte en las diferentes galerías de la ciudad, con el fin de establecer una relación entre el cine y las demás manifestaciones artísticas. A la galería Arte Imagen han sido asignados los artistas Jésica López, Isabel pintado, ÁnxelA Pérez Meilán, Victoriano Fernández y J. J. G. Meizoso; lo hacen bajo los auspicios de la película de Billy Wilder “El crepúsculo de los dioses”, con el fin de establecer una relación entre los logros innovadores de esta película y la obra plástica expuesta.
Sabido es que  el cine hizo aportaciones sustanciales al arte y la literatura contemporáneos, sobre todo en la idea de tiempo y de movimiento que comporta. Autores como Joyce o nuestro Valle Inclán se nutrieron de su forma de contar; en el caso de las artes plásticas puede ser visible su influjo allí donde el espacio único y ordenado deja paso a lo simultáneo ,como en el cubismo.
La propuesta, para este caso, era la de salirse de los márgenes pictóricos y entrar en lo conceptual de la “pintura sin pintura”, lo cual cumple notablemente Victoriano Fernández, con una original y efímera instalación, que consiste en un altorrelieve realizado en la pared con variados papeles, colocados de tal modo que, al proyectar sobre ellos un rostro femenino se produce el efecto óptico de volumen, profundidad y contrastes de sombra y luz, métodos en gran medida cinematográficos. Con la luz trabaja I. Pintado en Sunset, Tiempo natura, Mar de zinc y Sol de aceite, tratando de sugerir el cambio de temperaturas y cromías, pero lo hace con pigmentos, o sea, con pintura pintura. Pintura es también la de Ánxela Pérez, pero el efecto puzzle y la simultaneidad de objetos dispares podrían tener algo que ver con la libertad compositiva de cine.
Las fotografías de Meizoso, en blanco y negro, hacen un sugerente y delicado enfoque de muchachas de espalda, en un claroscuro que podría relacionarse con el tratamiento de la luz que exige el cine; al fin y al cabo este no es otra cosa que fotografía en movimiento.
La obra de J. López usa también la pintura y el collage de papel, en composiciones de color vibrante, un tanto pop, con reminiscencias de las antiguas culturas de los indios americanos; quizá es en “Cuerpos afluentes”, con trazos  del movimiento ondulante de los ríos, donde se halla una sugerencia de cinetismo afín a lo cinematográfico. En todo caso, cine y plástica llevan más de un siglo de fecunda alianza.

Por amor al arte

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