Los cenizos sindicales

Cada mes en España revivimos nuestro particular y muy sindical día de la marmota. Salen los datos del paro, que suelen ser desde hace tiempo y en muchos casos positivos y al menos alentadores, y de inmediato aparecen por todas las pantallas y radios los dos máximos cenizos sindicales a salmodiar que todo es precario, que no es lo que parece, que esto no solo es que vaya mal sino que peor se va a poner. Y así mes tras mes, sin importar que, como en abril, se batan récords ya no solo de bajada del paro sino de afiliación a la Seguridad Social hasta superar, por fin, y después de ¡ocho años! la cifra de los 18 millones de cotizantes. A Toxo (CCOO) y al “nuevo” de UGT, Pepe, antes Josep, Álvarez, que lleva nada menos que 39 años “liberado”, o sea, que en el tajo estuvo tirando por lo alto un mes, les da igual, que les da lo mismo. Ellos colocan la consigna y punto. Eso si los datos son buenos, que lo que toca es descalificarlos y como que no valen gran cosa, pero si hay pequeño resfriado en la creación de empleo entonces sí, entonces los datos son creíbles y se desmelenan. Ya no es que sea horrible el dato es que es el preludio del diluvio.
Las cúpulas sindicales, ¡ojo las cúpulas! –los delegados sindicales, los sindicalistas de verdad en las empresas tienen mi admiración, mi total respeto y los considero absolutamente necesarios– enquistadas y opacas, que dan grima cuando hablan de corrupción y exigen transparencia, o sea, que no se miran al espejo, han atravesado por la crisis como si con ellos no fuera. Y ya lo creo que ha ido y va. Su regeneración ha sido inexistente, su desprestigio creciente y pretender hacer olvidar sus escándalos, en especial los de UGT Andalucía o a ese “minero”, Fernández Villa, que era la imagen “obrera” por excelencia, llevándoselo tan cruda como zafiamente, no cuela. A sus manifestaciones ya no acuden ni los que mismamente viven de sus “liberaciones” y son los de Podemos, otros que llevan en la “casta”, en su caso la “universitaria “ y sin dar palo al agua en su vida, los que van a las fotos para pillar cacho y pátina de obreros. El Primero de Mayo ya no es lo que era. Ante todo porque ellos no son, ni por lo más remoto, lo que otros fueron.
El desprestigio y la monserga es lo que hace que las razones que sí existen se diluyan y lo que si es de recibo y motivo de lucha quede diluido. Porque ocultar lo positivo, retorcer los datos, lo que consigue es depreciar la reivindicación verdadera. No es verdad que el contrato temporal sea la gran lacra. De hecho, son indefinidos más del 70% y cada mes aumenta ese empleo. La precariedad esencial viene por el lado de los bajos salarios. Y ahí sí que hay motivos de queja y de exigencia. La moderación, sí, ¡pero al alza! es urgente y además necesaria no solo para quienes no llegan trabajando a fin de mes sino para el conjunto de la economía y los propios ingresos del Estado. Poco pueden gastar y cotizar los que ganan miserias. Pero los cenizos sindicales, con su mantra a cuestas y su credibilidad por el subsuelo, son más rémora que acicate. La prueba del nueve fue la subida del 8% del salario mínimo, la mejor de las medidas tomadas en esta legislatura. Los artífices fueron el Gobierno y la gestora del PSOE. A ellos los cenizo sindicales en Babia. O en la gamba.

Los cenizos sindicales

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