El dilema de Sánchez

Pedro Sánchez no firma el acta de defunción del pacto a tres por la izquierda y ya está matando antes de nacer el intento de pacto a tres por la derecha. No parece lo más coherente. Menos aún con su voluntad de poner los intereses generales por encima de los de su partido. O los suyos: “No seré presidente a cualquier precio”, ha repetido hasta la saciedad como prueba de adhesión al principio del bien común por encima de todo.
La semana pasada se produjo el sonoro portazo de Pablo Iglesias al tandem PSOE-Ciudadanos. Dos dirigentes socialistas, César Luena y Antonio Hernando, reconocieron después que la negociación a tres por la izquierda estaba en un callejón sin salida. Pero este martes Pedro Sánchez volvió a dirigirse a Iglesias para apremiarle a “poner en marcha el gobierno del cambio”. Lo más interesante del discurso de Sánchez fue el pasaje en el que dijo con toda claridad que lo malo para España es la continuidad de Rajoy. La lógica de ese argumento nos lleva a suponer que Sánchez hará todo lo posible por evitar las elecciones. Por ahí va esa mano tendida de ultima ahora a Podemos. 
El fondo de la cuestión es la pregunta abierta en torno a la teoría del mal menor. Algunos consideramos relevante el hecho de que, hasta el momento, Pedro Sánchez no haya dicho alto y claro que prefiere repetir elecciones antes que facilitar un Gobierno del PP. Cuando lo diga, elevaremos a definitiva la conclusión de que tenemos una clase política incapaz de rescatar a España de la incertidumbre.
Reconozco que Sánchez no contempla la abstención en la eventual investidura de un candidato del PP, vetada de antemano por el Comité Federal. Pero también siento una enorme curiosidad por saber como argumentarían los socialistas, a la luz de los intereses nacionales, el mal menor de unas elecciones.

El dilema de Sánchez

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