Sorpasso no, sorpresa quizás

Lástima de participación. La más baja en casi cuatro décadas de democracia. ¿Qué esperan sino los partidos tras el espectáculo cansino y mordaz que se empeñan en regalarnos? Seis meses de tedio y estulticia. Los españoles pasan factura. Es la lectura. Pero todo queda prácticamente en tablas. Suman lo mismo los que suman y no quieren sumar. Se pasa factura sobre todo a Ciudadanos. Lección dura. A la política se viene aprendido. Con los deberes hechos y con proyectos no con vetos. Mucho voto de Ciudadanos ha vuelto al PP. Voto eficiente que fue castigo en diciembre pero que recala en los suyos, aunque no útil de cara a gobernar.
Los socialistas no se hunden. Han aguantado. Ha vuelto mucho voto que les castigó en los últimos años. Han apelado a los suyos, a las entrañas, a los que se fueron pero sabían que volverían, también a los que les asustaba una caída estrepitosa de éstos. Y Unidos Podemos no pudo. Inflaron un globo de helio trucado. La estrategia y la máscara cambiante no ha terminado de hipnotizar. Muchos se fueron desencantados con el espectáculo de Iglesias, el arrogante y soberbio. Lo que recuperan con Izquierda Unida en un pacto de formas y cálculo frío lo perdieron por los desencantados que no quieren cantos de sirena efímeros y sin consistencia. Un día una cosa y al otro otra distinta.
Siguen las tablas. El boomerang. Sin acuerdo PP y PSOE no hay gobierno. Uno de los dos aspirantes debe bajarse de la carrera. O le bajarán. Ciudadanos y sus escaños son irrelevantes del todo, como hace seis meses, pero ahora más. Si los socialistas buscan el apoyo de los podemitas saben que no tienen futuro. Si pacta una coalición de dos años alternativos o con elecciones con otro candidato a la Moncloa que no sea Rajoy tienen una posibilidad. Pero Rajoy no se apeará, al menos de momento. Saca pecho. Y de qué manera.
El partido popular ha aguantado la embestida, el castigo brutal de diciembre, un tercio de escaños perdidos. El voto crítico vuelve a la casa popular. Ahora recupera una docena de diputados. Recupera mucho voto descontento pero acrítico al final y donde el miedo a Podemos ha hecho reaccionar. Esta ha sido una campaña de miedo, miedo a la izquierda radical. La estrategia popular ha funcionado movilizando a los suyos. No se pierde tanto como en diciembre, pero sí mucho tras cuatro años de gobierno.
No salen las cuentas si los vetos siguen entre los dos primeros. Que nadie desprecie ir al 18 de diciembre en las terceras. Algo tiene que moverse. Debe moverse. O partidos o personas. Pero todo apunta que hay Rajoy para rato. Cuanto sea ese rato, la gran incógnita. Si pp y psoe se entienden, quién pilotará?

Sorpasso no, sorpresa quizás

Te puede interesar