Sorolla en Galicia

Con motivo del centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla (Valencia,1863-Cercedilla, Madrid, 1923), el Museo de Belas Artes ha organizado la exposición ‘Sorolla en Galicia. Viajar para pintar’, que se une a las más de treinta muestras programadas dentro y fuera de España. Viajero infatigable, en sus más de 40 años de prolífica carrera, pintó al plein air o al aire libre, para recoger  in situ la atmósfera y la luz de muchos lugares de España,  y poder reflejar también la idiosincrasia de su paisanaje. 


Son más de 70 las obras expuestas que testimonian de sus distintas estancias en Galicia, desde la primera, en Vigo, en 1900, hasta la de Vilagarcía de Arousa en 1915, también nos deja testimonio de sus relaciones con personajes de Galicia, como Emilia Pardo Bazán o Álvarez de Sotomayor, entre otros.


Asimismo, se deja constancia de su influjo en pintores gallegos como Jenaro Carrero, Francisco Llorens o María Corredoira. Pintar Galicia fue un desafío, como él mismo manifestó: “Creo que Galicia es el país más difícil de pintar por la variedad, por la facilidad con que todo cambia...Todo es soberanamente bello.” 
Situado entre dos siglos, fue un adelantado a su época y creó un estilo personal e inconfundible que bebió en la fuente de los grandes  maestros y de los innovadores de su época.. En este sentido fue importante su estancia en Barbizon que fue durante décadas el lugar de encuentro de los plenairistas. 


La pintura al aire libre obligó a Sorolla a pintar ligero, para captar la luz que cambia de instante en instante. 
Ya en su primer viaje a Galicia percibe enseguida la grandiosidad del mar y la esencia del paisaje gallego que “ se lo traga todo”- según confiesa- y tiene que rebajar el colorido de su paleta, como puede verse en los grises violáceos de su hermoso cuadro “La farola”, donde el mar se convierte en una enorme planicie de lejano horizonte. Otras obras, como “Pinos de Galicia”, “Paisaje de la ría de Vigo” o “Entre los pinos” demuestran  que parece entrar en comunión con nuestra naturaleza  y captar ese pálpito  indefinible que la caracteriza. 


Pero será el encargo de Archer M.Huntington para la “Visión de España” el que lo trae de nuevo a Galicia en 1915, donde, tras transitar visitando lugares y gentes haciendo apuntes de costumbres y singularidades de nuestro pueblo, se decide por hacer un panel en el que funde ferias y romerías y que titulará “Galicia. 
La romería” ,en el que bajo frondosos árboles de verdes copas, reúne, alrededor de un gaitero que viste su típico traje, a gentes ataviadas con la vestimenta popular y también aparecen vacas y terneros; la luz filtrada, el alegre colorido y el apacible sosiego que transmite toda la escena ofrece la visión de una Galicia rural que vive en armonía con su entorno. Se ve que quiso ser lo más fiel a nuestro espíritu, para dar “una genuina representación de la vida gallega”, como confiesa al periodista Daniel Porto. Su amiga Emilia Pardo Bazán dice de él: “...ha logrado apoderarse del secreto de la pintura...: pinta tan magistralmente como rápidamente...”. 

Sorolla en Galicia

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