Omar Kessel, en Bomoble

Expone en la galería Bomoble Omar Kessel (La Habana, 1953), un polifacético artista con una trayectoria brillante como pintor y grabador y como maestro de grabado, tanto en su Cuba natal como aquí en Galicia donde fue Profesor de pintura en Oleiros y de grabado en el Ciec de Betanzos. La muestra lleva el título de “Sólo el amor”, lo que pone el acento en uno de sus temas clave que es el erotismo, ese amor “que mueve el sol y todas las estrellas”, -como decía Dante-, y que tiene por figura preeminente a la mujer, pero también habla de los anhelos  de la condición humana en general a la búsqueda de ese otro que nos complete. Además de demostrar su gran dominio del oficio en litografías, xilografías y óleos, compone, como gran fabulador que es. alegorías vibrantes  y traza escaleras al cielo, tiende manos para asir las ansias que huyen o dibuja “Besos robados”, configurando ángulos secretos que dejan abiertas las puertas de la imaginación ; y lo hace con un lenguaje plástico rupturista que, si bien, se basa en la figuración, rompe esquemas realistas, se acerca al expresionismo e incluso da cabida a elementos abstractos. Como hizo constar en su trabajo de Graduación, no le interesa hacer un calco naturalista, sino captar las fuerzas actuantes que nos rodean y que, por estar escondidas, sólo pueden ser expresadas por medio de símbolos; esto lo consigue rodeando a sus figuras de detalles y formas que sugieren todo aquello que está alrededor o dentro de nosotros influyéndonos .. De este modo, tomando al ser humano como centro y a la naturaleza que lo rodea como ámbito, compone construye escenas inquietantes donde las pulsiones anímicas se sienten palpitar, parábolas ontológicas que transmiten las tensiones inherentes a la vida y a su constante fluir, dejándonos a veces el regusto de estar ante un ensoñado espejismo del que no es posible salir. Así sucede con  la litografía “Si yo quisiera...” que representa un torso femenino denudo con enormes alas, situado en un ambiguo espacio  que parece un  damero de color tierra sobre el que se levanta una espesa masa oscura; la sensación es  de que esa ala resulta inútil.


Si en “Escaleras al cielo” nos sitúa  ante un anhelado, pero peligroso e imposible ascenso de tres individuos por escaleras de mano hacia una altura agitada por turbulentas y espesas masas, en “ La caída” todavía es más explícito el simbolismo adámico de la pérdida del Edén. Hay cuadros, como “La mano” donde, entre terrosas tonalidades escurridizas, parece dibujar la angustiosa incógnita de alguien atrapado en tenebrosos pensamientos.  Los eternos anhelos que luchan en nuestro interior se resumen en “De lejos vendrán” donde una cabeza de negrito aparece envuelta, en nubarrones oscuros y celestes espacios azules.  La suya es una obra compleja de múltiples lecturas, marcada por un lirismo de acentos varios que van del gozo al dolor y de la esperanza al desengaño; en ella busca reflejar el azaroso destino humano, con Eros y Tánatos jugando sus eternas antítesis.

 

Omar Kessel, en Bomoble

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