Manuel Grandullo, en Bomoble

La galería Bomoble ofrece la muestra “H2O, MÁS” de Manuel Gandullo ( Badolatosa, Sevilla, 1952), que está afincado en Galicia desde 1970 donde ha desarrollado una amplia y exitosa trayectoria, no sólo como artista sino como organizador de eventos culturales: fue socio fundador de ARGA, dirigió los Encuentros de Pintura y Poesía en el Pazo de Mariñán e impartió talleres y obradoiros de acuarela y pintura en varias localidades . Entre individuales y colectivas ha realizado más de doscientas exposiciones, y se ha dado a conocer en Londres, Milán, Dinamarca, Perú, Portugal, Méjico y en la I Y II  Bienal Watercolor de Canadá. Aunque desde hace 10 años también se dedica a la escultura, es en la técnica de la acuarela donde ha encontrado su forma más personal de expresión, de ahí que haya elegido la fórmula del agua para titular su actual exposición, en la que nos regala sus acuáticas interpretaciones de espacios de nuestra ciudad y de rincones del paisaje gallego,  como Pontedeume, Betanzos o Vilasantar; amén de dos impactantes retratos del hermano lobo. Dueño de un dibujo preciso que lo lleva a reproducir con la mayor fidelidad posible el tema elegido, demuestra, no obstante, en su dominio de la aguada una libertad expresiva que se traduce en los matices que consigue con las sueltas y hábiles manchas perfectamente acordadas en tonalidades afines o complementarias. Así, por ejemplo,” Una tarde en la Dársena” recoge las fachadas de las galerías coruñesas inundadas de luz ambarina-ocre, similar a la de la gran nube que flota sobre ellas y que tiene su contrapunto cromático en sus sombras violáceas y en las que se extienden sobre el Paseo del Parrote o se reflejan en la Dársena. 


En “Batán de Vilasantar” consigue transmitir el poderío de la tumultuosa corriente de agua que se abre paso en la boscosa espesura, y desciende entre  verdes orillas  que encuentran su contraste en el rojo tejado del edificio del Batán; de algún modo, consigue hacernos sentir de un modo sinestésico la antitética vibración del ruido del agua y del ancestral y espeso silencio. También en “Aguas bravas, río Mandeo” volvemos a escuchar ese tumulto de la espumosa corriente, ese blanco vibrante que se tiñe de puntos ocre y tiene en las poderosas rocas gris-violáceo de la orilla el contraste de color y de quietud. Una de las obras más sugerentes y logradas, a nuestro entender, es “Temporal en la isla de Mouro. Santander”, en la que acierta a captar, en un ejercicio de síntesis, todo la descomunal energía de la gigantesca ola blanca que azota el faro y que destaca sobre las oscuras tintas negro-azuladas del cielo y del mar. Por aguas más apacibles nos lleva en su visión del pueblo de Redes, en el que hace un canto al encanto (valga la redundancia) de nuestras villas marineras. El mismo gozo contemplativo aparece en su visión del Mandeo en Betanzos. Es el agua, pues, en  especial el mar, su principal fuente de inspiración; pero con “Macho alfa” y “Soy yo tu lobo” abre una vía hacia ese MÁS que trae nuevos secretos.

Manuel Grandullo, en Bomoble

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