Los británicos toman una decisión sin precedentes y votan a favor del Brexit

Los británicos toman una decisión sin precedentes y votan a favor del Brexit

El referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea se saldó a favor de la salida de la segunda economía del continente, un desenlace sin precedentes en el proyecto comunitario y que abre un período de incertidumbre tanto para el nuevo encaje británico en el continente, como para la sostenibilidad de un bloque que acaba de perder a uno de sus más influyentes miembros.
El Brexit logró ayer una victoria recibida por sus partidarios como el “día de la independencia británica”, una euforia que contrasta con la negativa reacción de los mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales del Reino Unido.
Junto a los efectos sobre la volatilidad financiera, el statu quo británico se enfrenta a un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street, puesto que el primer ministro, David Cameron, había apostado por la opción de la permanencia, ignorada por la mayoría de los ciudadanos.
Con una participación del 71,3 por ciento, la mayor en una votación en el Reino Unido desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, el escrutinio dio un vuelco sin precedentes a una noche electoral que había arrancado con las encuestas a favor de la continuidad. Finalmente la opción partidaria del divorcio con Europa se llevó el 51,89% de los votos.

SIN “PLAN B”
Este desenlace tiene profundas connotaciones políticas e institucionales. Otra de las incógnitas es el grado de preparación del Reino Unido para un proceso que podría llevar años, puesto que el propio primer ministro había asegurado públicamente que no había “plan B”.
Aunque el Tratado de Lisboa establece las pautas en el artículo 50 para el procedimiento, el primer movimiento debe partir del estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar.
De hecho, Londres no está obligado a proceder inminentemente. Los plazos, a priori, están marcados, si bien los dos años establecidos en la normativa comunitaria podrían ampliarse siempre que lo autoricen los otros veintisiete socios.
Expertos en Derecho europeo creen que, dada la complejidad, las negociaciones podrían llevar hasta una década y los propios defensores del divorcio asumen que, como mínimo, serían necesarios cuatro años.

caos territorial
La salida del Reino Unido abre una profunda crisis constitucional para la unidad británica, puesto que Escocia, protagonista de un referéndum de independencia hace menos de dos años, e Irlanda del Norte, gobernada en una coalición de la que forman parte los republicanos del Sinn Féin, apostaron por mantener el vínculo con Bruselas.
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, aseguró ayer que la salida del Reino Unido de la Unión Europea es un “error”, al tiempo que advirtió de que la posibilidad de convocar un nuevo referéndum sobre el futuro de Escocia es “altamente probable” y “tiene que estar sobre la mesa”.
Mientras que el número dos del Ejecutivo del Ulster, Martin McGuinness, el considerado antaño brazo político del IRA, reavivó las apelaciones a que la provincia se adhiera a sus vecinos de la República de Irlanda.
En una comparecencia ante la prensa, Sturgeon aseguró que la posibilidad de convocar una consulta en Escocia tiene que barajarse porque afronta la perspectiva de tener que salir de la UE en contra del deseo de los escoceses, un 62 por ciento de los cuales votaron por la permanencia en el club comunitario.
La ministra principal de Escocia dijo que el resultado final del referéndum presenta “un cambio material e importante” de las circunstancias existentes desde que los escoceses rechazaron en 2014 independizarse del Reino Unido.
“Escocia ha votado para tener palabra en la Unión Europea y pretendo discutir todas las opciones para lograrlo”, señaló, y por eso anunció que su Gobierno “comenzará a preparar la legislación necesaria” para convocar un nuevo referéndum sobre el futuro de Escocia y aseguró que Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte seguirán siendo países “amigos”. A la vez que los escoceses siguen dando la bienvenida a los europeos.

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