Detenido el expatrón mayor de la cofradía de Cabo de Cruz de Boiro

Un amplio despliegue de agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de A Coruña y Noia, apoyado por efectivos de la Guardia Civil de Boiro, desembarcaron a primera hora de la mañana de ayer en varios puntos de la localidad boirense, principalmente, en Cabo de Cruz, para efectuar registros y llevarse documentación de la Cofradía de Pescadores y de los domicilios del expatrón mayor, Carmelo Vidal, en la parroquia de Santa María do Castro, y de la  expresidenta de la agrupación de mariscadores a pié, Ermitas Pérez, en el casco urbano de la villa. Estos dos últimos acabaron detenidos, al igual que la secretaria del pósito crucense, a la  que se dejó en libertad horas más tarde.
Las detenciones de Carmelo Vidal y Ermitas Pérez se producen dos años después de que el entonces sector crítico de la Cofradía de Cabo de Cruz denunció ante la Fiscalía presuntas irregularidades que ambos habrían cometido en la gestión de la entidad y que el Ministerio Público entendió que podrían contener responsabilidades penales. De hecho, se les imputan delitos de apropiación indebida, falsedad documental y malversación de caudales públicos. Los mariscadores críticos con la gestión de ambos llegaron a hablar de una falta de transparencia contable que se tradujo en el cobro de cantidades indebidas, pagos ficticios y una doble contabilidad. Del mismo modo, llegaron a denunciar la realización de pagos con cargo a fondos públicos a personas que no ejercían actividad alguna, el uso privado de bienes del pósito, como vehículos y tarjetas para repostar combustible, además de la comercialización de capturas que deberían ser resembradas por superar los topes.
Por el momento, poco más ha trascendido de la instrucción del Seprona, llevada bajo la dirección del Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Riveira, salvo lo que estaba a ojos de todo el mundo durante los registros, que también se extendieron por la tarde a una empresa de Boiro y  una asesoría de A Pobra, con las que trabajaba la Cofradía. Respecto al expatrón mayor cabe señalar que mantuvo la calma durante el registro en su domicilio, para el que hubo que aguardar casi una hora por el abogado, e incluso cuando fue introducido en el coche patrulla para su traslado a los calabozos. Diferente respuesta tuvo su mujer, que regresaba a la casa y al ver el amplio despliegue de la Guardia Civil temió lo peor, incluso llegó a exclamar que les iban a embargar la vivienda. Poco después, acompañada por su hermano, sus hijos y algunos agentes, se tranquilizó. En la lonja, los mariscadores llegaron a temer la pérdida del día de trabajo, pero el registro acabó antes de las dos y pudieron pesar sus capturas para la subasta.