La Luna cumple cincuenta años sin dueño

La Luna cumple cincuenta años sin dueño
La “Luna de Cazador” sobre Santiago | LAVANDEIRA JR (EFE)

El Tratado comenzó a aplicarse el 10 de octubre de 1967, en plena Guerra Fría y con el temor de que la carrera nuclear entre EEUU y la Unión Soviética se trasladara a la órbita terrestre. De ahí que se acentuara que la exploración espacial tenía carácter pacífico en beneficio de “todos los pueblos”, y se definía a los astronautas como “enviados de la humanidad”.
“El Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967 establece los principios fundamentales del derecho espacial internacional”, explicó a la prensa la directora y responsable de la Oficina de Naciones Unidas para el Espacio Exterior (Unoosa), Simonetta Di Pippo.
El documento recoge la libertad de exploración, establece que ni la Luna ni ningún otro cuerpo celeste está sujeto a “apropiación por una demanda de soberanía, mediante el uso, la ocupación o por cualquier otro medio”, añade Di Pippo, responsable de la agencia de la ONU que vela por que se cumpla este tratado.
En sus páginas también se prohíben ensayos y el despliegue de armas nucleares y de destrucción masiva y se vetan maniobras y bases militares en el espacio, algo que, hasta el momento recalca la directora de Unoosa, nunca se violó en este último medio siglo.
“La cooperación entre estados, que pueden estar en desacuerdo en otras esferas, muestra el poder que el espacio tiene para unir a países y pueblos. Este es un principio básico de la diplomacia espacial”, acentúa la astrofísica italiana. Los breves diecisiete artículos del Tratado, apenas cinco folios y con definiciones a veces vagas y generales, contrastan con la precisión del Derecho del Mar, que se usó como inspiración.


“La Ley del Mar tiene un fondo histórico más extenso, ya que el transporte marítimo se ha utilizado durante miles de años, mientras que las actividades en el espacio tienen sólo 60 años”, expone la experta.
Pero el mundo cambió mucho en el último medio siglo y los estados no son ya los únicos interesados en el espacio, y varias empresas –sobre todo de Estados Unidos– tienen proyectos comerciales, entre ellos algunos que suenan a ciencia ficción, como la futura explotación minera de asteroides, confiesa la directora.
Di Pippo subraya que la normativa internacional establece que “ni la superficie ni el subsuelo de la Luna, así como de otros cuerpos celestes, ni ninguna parte de los recursos naturales allí existentes” pueden ser apropiados por estados, organismos privados o personas.
La directora de Unoosa recuerda que cada Estado firmante del tratado –107 en la actualidad, entre ellos todas las potencias espaciales– está comprometido a hacer cumplir la normativa. Cualquier revisión del Tratado debe ser propuesto por los estados, precisa.

La Luna cumple cincuenta años sin dueño

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