Una (triste) afición entregada

Una (triste) afición entregada
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Los alrededor de 700 aficionados del Depor que tiñeron de blanquiazul la grada de Río Alto no pudieron tener un retorno feliz a A Coruña, tras la abultada derrota del conjunto que entrena Gaizka Garitano ante el Celta. Además de los seis autobuses que partieron puntuales a las 8.30 de la mañana de la ciudad herculina, y uno de Verín, el tren de las nueve llevó a hinchas de los dos equipos hasta la moderna estación de Urzaiz.
Nada hacía presagiar la tormenta futbolística, que sí la meteorológica. Antes de acceder al palco Tino Fernández reconocía tener “buenas sensaciones” de cara al derbi y el ambiente y la tregua, en cuanto al tiempo, invitaban al optimismo.
Mucha seguridad en las inmediaciones del estadio de Balaídos, plagado de obras y gran presencia policial cercando la puerta 20 del estadio, Río Alto, por donde tenían que entrar los aficionados del Depor. Comenzaban a llegar los autobuses, con las consignas habituales acordándose del ‘eterno rival’, y alusiones a la posible venta del club a un inversor nipón. “Llegamos a China”, decía en tono jocoso un seguidor coruñés. Muchos de ellos, además, portaban sombreros de paja del país asiático y acaparaban todos los flashes.

'pugna'... en la grada
La “pugna” seguía en la grada, con cánticos y sus correspondientes respuestas. “Mourinho véndelo” o “Saca la lona” cantaban los deportivistas y respondía la grada celeste. Con el gol de los locales no se apagaban los cánticos, porque casi sin tiempo para celebrarlo marcaba Albentosa, que lo celebraba como si de un arquero se tratase, para el éxtasis de la grada coruñesa.
Lo que dejaba fría y enfadada a la afición del Depor era un más que dudoso penalti de Sidnei, que al desequilibrarse tocaba con la mano el esférico. Tampoco gustaba la posterior celebración de Aspas, que marcaba su primer gol en un derbi y lo festejaba hacia la grada de Río Alto.
El devenir del partido no hacía bajar los ánimos a la parroquia blanquiazul, que no cesaba de animar en lo que restaba de contienda a pesar de que pintaban bastos. Al menos la lluvia daba una tregua para un regreso a A Coruña menos alegre del esperado. Un encuentro en el que las aficiones jugaron su particular duelo y que ya se retaron para el encuentro de vuelta en Riazor. A partir de hoy, a pensar en otra cosa, en el Valencia.

Una (triste) afición entregada

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