Tregua camino del infierno

Los equipos africanos también ganan en la Vuelta. Si en el Tour de Francia el británico Steve Cummings pasó a la historia al dar la primera victoria a un equipo del continente negro, ahora la continuidad llegó en Castellón, de la mano de un compañero suyo en el MTN-Qhubeka, Kristian Sbaragli, quien se coló en la fiesta que el Giant tenía preparada al alemán John Degenkolb.
El ciclista toscano, de 25 años e historial incipiente, se presentó en sociedad sin pedir permiso. No estaba entre los favoritos para rematar brazos en alto la décima etapa, entre Valencia y Castellón, de 146 kms, pero se lució.
Sbaragli estrenó su palmarés por delante de Degenkolb, que no encuentra el camino del podio ni con Sagan y Bouhanni en casa, y de  José Joaquín Rojas, a quien le sobraron las molestias en una clavícula para dar la campanada.
Así se cerró un día en el que la cabeza de los favoritos estaba en la ducha del autobús y en la carretera que debía trasladar al pelotón hasta Andorra, donde mañana espera el infierno que ha diseñado ‘Purito’ Rodríguez para revolucionar la Vuelta. 
Dumoulin guardó el maillot rojo, Valverde aguantó los dolores de clavícula, Roche se pegó un buen golpe y los Froome, Aru y ‘Purito’ libraron el día sin mascullar. Los ‘gallos’ descansarán en un pañuelo de 9 segundos en la general. O sea, que ahora, de verdad, empieza la Vuelta.
La etapa estaba cantada para resolverse al sprint. Fue más tranquila que las anteriores, cosa que no era muy difícil, pero tuvo sus sobresaltos, con caídas, no graves, y algún abandono.
Tampoco faltó la escapada de rigor, esta vez muy numerosa, 40 corredores, controlados en todo momento y lugar. De ello se encargó el Giant, el más interesado en la llegada masiva para mantener el liderato de Dumoulin y buscar la victoria del aún inédito Degenkolb.
El único aliciente antes de la meta, el ascenso del Desierto de las Palmas (2ª), a 18 kms de meta, alertó a los jerarcas de la Vuelta y sus equipos, pero como no era día de refriegas, se limitaron a dejar hacer a los subalternos. Por la cima pasaron adelantados Elissonde, De Marchi y Sicard, que no fueron muy lejos. Enseguida fueron sometidos por la voluntad de la marabunta. 
Fiesta preparada para Degenkolb, que se frotaba las manos. El germano buscaba su décima victoria parcial en la Vuelta, pero hubo quien se empeñó en amargarle la tarde. Un tal Sbaragli, ciclista de Empoli que cumple su tercer año en la escuadra africana.