Sí, sufriendo sabe mejor

Sí, sufriendo sabe mejor
los herculinos alcanzaron la gloria tras una dura e intensa temporada diari del segre

Fue lo que tenía que ser. Porque el número tres tiene estrella para este club. Porque cuando hay pasión y calidad, el dinero da lo mismo. O porque esta plantilla, aunque no arrastre las pasiones de antaño, se encuentra al mismo nivel que aquellos equipos que llenaban el Palacio de los Deportes cada dos domingos. O, por qué no, porque agotando hasta la última bocanada de aire, la última gota de sudor, ganar sabe mucho mejor.

El Liceo está cansado. Ha sido una temporada muy larga y ayer volvió a quedar en evidencia.
Algunas camisetas azulgranas en las gradas hacían presagiar un ambiente tenso. Sin embargo, por el bien del espectáculo, no fue así.
Los primeros diez minutos presentaron a dos conjuntos más bien conservadores, si bien con un mayor dominio de la posesión liceísta y ataques más veloces y cortos del Llista Blava. Malián y Tomás apenas tuvieron trabajo.
Fue en el minuto 10 cuando Toni Pérez gozó de la primera ocasión clara, un contragolpe que frenaron entre el poste izquierdo y la manopla de meta ilerdense. Poco después, era Malián el que evitaba el 1-0 tras un mano a mano con Marc Soler.
Las noticias positivas llegaban desde Les Comes, con el 1-0 para el Igualada. No duró mucho la ventaja. En el 11 de Septiembre –el un tanto tétrico nombre del polideportivo– no había más transistores que los de los periodistas acreditados. Los aficionados de uno y otro bando, a lo suyo. Animar a su equipo.
Hubo que esperar al minuto 19 para volver a rondar el gol. La refracción a media altura de Toni Pérez, a pase de Bargalló, no fue limpia y la bola se fue a la pared. Apretó el Liceo hacia el final del primer acto. Primero amenazó Bargalló, con un slalom que salvó Tomás. Pero el saturniense no perdonó en el minuto 22, en una acción individual similar.
Toni Pérez tomó la responsabilidad de lanzar, a 1:10 del descanso, la primera falta directa. El asturiano estrelló la bola en el casco de Lluís Tomás.
La segunda mitad no pudo comenzar mejor. En el minuto 2, un penalti sobre Eduard Lamas lo lanzó Ordóñez. La bola se estrelló contra el poste, pero el rechace lo recogió el argentino, que picó sobre el cancerbero local para ampliar distancias (0-2). Pero la alegría duró poco. La décima falta la transformó Rodero en el 1-2. Al tiempo, el Barça se adelantaba en Igualada...
Entonces, primer jarro de agua fría. Dani López hizo estallar de júbilo a la grada en el minuto 12 de la segunda mitad, al remachar al primer toque un pase de Manu Necchi. Se repetía el guión del partido contra el Igualada. Una clara ventaja liceísta contrarrestada por el rival en el segundo período.
Cuando los colegiados ya amenazaban con señalizar pasivo, Ordóñez se revolvió en la frontal del área y de disparo a media altura superaba a Lluís Tomás. Pero un minuto más tarde volvían a empatar los ilerdenses, por medio de Necchi. Lucas la volvió a tener en la segunda falta directa. Ni a la primera ni en el rechace. Tampoco aprovechó la suya Rodero. Quien apareció fue Josep Lamas, que a 3:31 deshizo un barullo en el área y lo convirtió en el 3-4. El mayor de los Lamas aún se topó con el travesaño. Daba igual. La suerte ya estaba echada. Y, al borde de la extenuación, el Liceo pudo celebrar su séptima corona liguera.

Sí, sufriendo sabe mejor

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