El rey en el tedio

El rey en el tedio
Cycling - Tour de France cycling race - The 113-km (70,4 miles) Stage 21 from Chantilly to Paris, France - 24/07/2016 - Yellow jersey leader Team Sky rider Chris Froome of Britain jokes with team mates after the start . REUTERS/Christophe Ena/Pool

Chris Froome todavía aguarda los ataques de sus rivales como Vladimir y Estragón esperaban a Godot. Pero nunca llegarán. El británico nacido en Kenia conquistó su tercera victoria en el Tour, la más cómoda de las tres, casi sin oposición ante la falta de fuerzas y ambición entre los aspirantes a desbancarle. ‘King in yellow’ o rey en el tedio, Froome ha inscrito su nombre en la brillante historia de la carrera junto a los de Philippe Thijs, Louison Bobet y Greg LeMond. Solo le superan los grandes campeones: Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Indurain, los cuatro con cinco triunfos. Pero el Tour 2016 no se recordará precisamente por su brillantez.
Dicen los expertos que la culpa es del potente equipo Sky. Que si bloquea la carrera, que si tiene un presupuesto ilimitado... La realidad es que los favoritos al podio de París no hicieron mucho por romper la hegemonía del Imperio Británico, que ha ganado cuatro de las últimas ediciones. En 2012 celebró su primer éxito con Bradley Wiggins, secundado por Froome, el ciclista del futuro, el del potenciómetro, los platos ovalados y una postura encima de la bici de la que se han mofado hasta los que todavía usan ruedines. Mera envidia.
Liberado del yugo de Wiggins, el africano de pasaporte inglés estrenó su palmarés en 2013, repitió el año pasado y ayer cerró el triplete con una victoria más cómoda de lo previsto. La caída y el inevitable abandono de Alberto Contador allanaron su camino, pero todas las miradas se centran en Nairo Quintana. Segundo en las dos anteriores victorias de Froome, el colombiano se mostró muy lejos de su mejor versión. No se movió en los Pirineos y en el Ventoux atacó sin fuerza para acabar perdiendo tiempo. En los Alpes rindió pleitesía al líder y se escudó en una misteriosa alergia, primero, y en una merma de energía, después. Pese a todo ha terminado tercero, un premio menor.
Quintana no ha sido la única decepción. El desencanto tiene varias caras, nombres y apellidos: Thibaut Pinot, señalado como la gran esperanza francesa, perdió el tren de la general en la primera jornada de montaña y se bajó de la bici después de penar en el Ventoux; Tejay van Garderen, teórico líder del BMC, pasó del ‘Top 10’ a la 29ª posición en una semana final para olvidar; Mikel Landa, llamado a ser el último gregario de Froome  en la montaña, terminó por detrás de cinco compañeros; y Fabio Aru, ganador de la pasada Vuelta y jefe de filas en el Astana, cerró su primer Tour sin brillo. 
 
IZAGIRRE SALVA LOS MUEBLES
El ciclismo español, castigado por la retirada de Contador, completó una de las ediciones más flojas de los últimos años. Ion Izagirre salvó los muebles del equipo Movistar con una tremenda victoria en Morzine; Alejandro Valverde, supeditado a Quintana y después de firmar un podio en el Giro, ya hizo bastante con la sexta plaza; Joaquim Rodríguez, que anunció su retirada durante la carrera, se despidió con una séptima plaza que se ganó con un ataque de orgullo en la penúltima jornada; y Haimar Zubeldia cerró su decimoquinta participación en el Tour, la decimocuarta completa. Las 17 de Hincapie están más cerca. 
De récord fue la cifra de ciclistas que terminaron la carrera: 174 –salieron 198–, cuatro más que en 2010. 

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