“Me voy quedando solo para ser el abuelo de todos”

“Me voy quedando solo para ser el abuelo de todos”
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Porque “la genialidad de Tip no la tiene Coll”, Moncho Borrajo es el sábado a las 20.30 horas en el teatro Colón más Moncho que nunca. Sin capas de romano ni la nariz de Quevedo, el humorista reconoce que tenía ganas de volver al cabaré, calzarse la chaqueta con broches y hablar con el público: “Quiero sacar a cantar a las mujeres”. Regresa con “Madre mía! Cómo está España!”, un espectáculo donde el artista quiere pinchar el tema de Cecilia sobre un país al que “hay mucho que destripar”. 
Él no tiene problema. Son muchos años siendo políticamente incorrecto, un total de 45, y en este sentido, asegura que “me voy quedando solo para ser el abuelo de todos los monologuistas que son políticamente correctos y parecen tener miedo a quedarse sin trabajo”. 
Todavía recuerda cuando se subió al escenario de una discoteca en Santa Cristina y dispensó su estilo con la atenta mirada de sus padres: “Tenía unos nervios tremendos”, sudores fríos que no vinieron a menos porque aún es hoy el día en que Borrajo parece “un grifo” y no se relaja hasta que escucha la primera de las sonrisas. 
Borrajo afirma que hay cuatro cosas que lo definen: “Soy políticamente incorrecto, me meto con todo e improviso, canto que no canto mal, y después tengo ese toque de ternura”, el mismo que tenían Groucho Marx o Gila. Dice que sin el acabado riquiño, se puede caer en el mitin y que no ha nacido para decir qué hacer o no hacer: “Santiago Carrillo me comentó un día que lo que le gustaba de mí era precisamente ese final”. 
De todas las críticas, el de Baños de Molgas se queda con la que lo define no como un cómico ni un humorista o bailador, sino como “un manipulador de sentimientos” que lleva al público por donde quiere y da opiniones de políticos y religiosos: “No me meto con la Iglesia, sino con un señor que dice tal cosa o si hablo de la Botella, no me meto con el PP”. Entre medias, alaba al papa Francisco cuando le preguntaron por los homosexuales y respondió que no era quién para meterse en la vida de los demás. Borrajo profesa la misma religión y solo juzga a las personas por lo que hacen en su profesión. Añade que “el respeto al público es fundamental” para asegurar que “el león no muerde, soy el primero que me meto conmigo” y que “hay que saber distinguir entre el humor y el insulto”. Existe una línea muy delgada entre ambos. 
Por eso, es necesario ir con pies de plomo. Lo demás es conseguir un estilo inimitable, aunque muchos lo intenten. Es lo que le pasa a Chiquito, “puedes imitarlo pero nunca serás Chiquito”. Solo él, fue capaz de hacer que un país dijera repetidas veces: “Candemor”.

“Me voy quedando solo para ser el abuelo de todos”

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