Los vecinos de Eirís llegarán “onde faga falta” contra los módulos para sintecho

Los vecinos de Eirís llegarán “onde faga falta” contra los módulos para sintecho
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La asamblea de ayer en Eirís fue casi una reedición de la que se celebró la semana pasada: muchos vecinos crispados que rebasaban con creces la capacidad de la sala que debía acogerles, muchos gritos y protestas contra la instalación de los módulos de viviendas para indigentes en el parque del barrio. La reunión comenzó en el salón de actos del centro cívico y acabó desplazándose hasta la calle, donde los presentes, más de 500 personas, acabaron cortando el tráfico. Desde las escaleras, los concejales de Justicia Social, Silvia Cameán, y de Regeneración Urbana, Xiao Varela, escucharon y trataron de hacerse oír. En vano: la calle estalló en aplausos cuando el antiguo presidente de la asociación de vecinos, Manuel Vilaboy, les advirtió: “Se non nos fan caso seguiremos adiante, ata onde faga falta”.

La reunión había empezado con mal pie. El auditorio del centro cívico se había ido llenando rápidamente, y ya no quedaba espacio para acoger a más público, que permanecía en el vestíbulo e incluso en la calle. Había ocurrido exactamente lo mismo en el más pequeño local de la asociación de vecinos, la semana pasada, y hubo algunas veces que propusieron ir hasta la glorieta del parque de Eirís. Los moderadores del Ayuntamiento pretendían continuar. “Nós imos permanecer aquí”, dijo uno de los moderadores. “¡No, no! ¡Solos, solos! ¡Vámonos!”, gritó el público. El actual presidente de la asociación de vecinos, Suso Prado, se plantó: “Ou todos, ou ningún!”.


“Os veciños decimos non!”
Fue necesario salir a la calle e instalar en la acera el servicio de megafonía. Vilaboy fue el que calmó al público (como ocurriera en la reunión anterior) y mientras esperan que el técnico lo instalaba los concejales, asediados por la muchedumbre indignada, trataban de tranquilizarles. “Vinimos a escoitarvos”, aseguraba Varela a una mujer que repetía sin cesar: “Os veciños decimos que non!”.
El concejal trataba de explicarles a los más exaltados que si no habían preparado la reunión en el Ágora, donde había más espacio, era porque querían celebrar el encuentro en el barrio. Durante varios minutos reinó la confusión, que los moderadores se esforzaban por calmar los ánimos, muy caldeados.

“Non nós axudan gritándonos e increpándonos. Poden facelo, por suposto”, señaló Varela

Algunos vecinos reclamaban que el director del Hogar Sor Eusebia, Diego Utrera, que se hallaba presente, se disculpara por unas declaraciones en los medios de comunicación, en las que criticaba el “matonismo” de los vecinos en la anterior reunión.

Cuando por fin se encendió la megafonía, Vilaboy recordó que el proyecto Mi Casita lo ejecuta una entidad privada, el Hogar Sor Eusebia. “O que din que van a facer ao mellor en seis anos fan outra cousa, e non nos vale”. Su intervención acabó en aplausos. Tras él, cerca de media docena de vecinos expusieron sus quejas. Cameán les recordó que el Ayuntamiento no lleva a cabo Mi Casita: “Con esto non quero decir que non teñamos responsabilidade, pusemos unhas condicións, como que exista apoio social”.

Varela, por su parte, soportó con paciencia las protestas y se esforzó por despejar malentendidos. Un vecino preguntó por qué no se construía en Bens, al lado del edificio de Sor Eusebia y el edil explicó que se debía al plan de emergencia de la refinería, que impide construir nuevos edificios, pero solo recibió risas. Aclaró además que la parcela de Eirís es la que presentaba menos problemas legales. “Se podía edificar a corto plazo. Só lles estou diciendo a realidad urbanística. Otro vecino aseguró que había leído en la prensa que se destinaría un bus para los sintecho cuando el barrio pedía una línea desde hacía años. Varela explicó que se trataba de una furgoneta pagada por Sor Eusebia, pero ese argumento no hizo desaparecer la indignación del público. Eirís se sentía tratado como un barrio de segunda, y ya estaba harto. Un vecino, en su intervención, pidió que los que estuvieran a favor levantaran la mano. Ni uno solo de los 500 presentes lo hizo.

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