Unas vacaciones del paro para sacarse un dinero

Unas vacaciones del paro para sacarse un dinero
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Cuando las ofertas laborales escasean, cualquier trabajo aunque sea temporal es un aliciente. Sobre todo para los jóvenes, cuyo escenario para convertirse en asalariados indefinidos se presenta más bien nublado. Por eso frente a los estudiantes y los ninis (ni estudian ni trabajan) que sueñan con la llegada del estío para reposar, todavía resiste un buen puñado de chicos y chicas dispuestos a ponerse manos a la obra y sacar un dinero para sus gastos. 
Es cierto que en A Coruña las cosas andan más difíciles que nunca para las contrataciones veraniegas. Muchos negocios prefieren ir tirando con los empleados de siempre y otros amplían las horas de los extras que mantienen atados todo el año. En la hostelería, con un paro atomizado por decenas de personas con experiencia, es difícil que se escoja del montón de currículos ese de alguien que no haya paseado la bandeja antes y que simplemente quiere pasar un verano productivo para no depender tanto de sus padres.
Pero algo va saliendo y tanto Rubén Rivas, como Silvia Aldao y Katia Vargas se van manchando las manos de arena, helado o comida en sus lugares de trabajo de este año. Las motivaciones son distintas pero todos coinciden, al final, en la necesidad de tener un dinero extra para poder hacer y deshacer a su antojo.
Rubén Rivas, de 26 años, sortea los días de sol con los de lluvia y soledad en las playas de Riazor o del Orzán. Junto con un nutrido grupo de socorristas de entre 18 y 30 años, el joven pasa ocho horas ojo avizor aunque apenas haya gente que se atreva a meter el pie en el agua. Uno de los puestos fijos es el que permite vigilar a la gente mayor que no se pierde un día de mar jamás.
“El verano empezó muy fuerte porque en junio y julio hizo buen tiempo y estuvimos ajetreados pero siempre hay que estar pendiente”, cuenta sobre su ocupación. Si bien sus tres meses de vigilante de la playa le resultan rentables porque tiene “un sueldo bueno”, advierte de que lo suyo es “vocacional”. 
Con la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en su mochila, durante los inviernos le suele tocar alternar entre “reponedor en un supermercado y entrenador personal”. Pero a él lo que le gusta es el campo “de las emergencias”. 
“Pienso seguir tirando por este mundillo porque lo que me gustaría es dedicarme a la salud y las emergencias”, comenta, por lo que es probable que siga vigilando las olas en los próximos años. Algunos de sus amigos también estarán ocupados hasta finales de este mes “para conseguir dinero e ir tirando”. 

descanso estudiantil
Es lo mismo que le ocurre a Katia Vargas, que a sus 20 años está cerrando la campaña estival como camarera en el restaurante Atorrante. “Estudio en la universidad y quise ponerme a trabajar para pagar parte y comprarme mis caprichos sin pedir tanto de mis padres”, confiesa. 
Es una de esas rara avis que a tan corta edad se puso a buscar empleo “de cualquier cosa de forma activa” cuando dio por zanjados los exámenes.  “Entregué en algunos sitios”, explica, al tiempo que reconoce que internet fue otra vía por la que investigó dónde habría puestos vacantes en la ciudad.
En el mostrador de un típico negocio de temporada –una heladería– atiende Silvia Aldao de 23 años y natural de A Laracha que ha tenido que trasladarse a Arteixo. “Estudié cocina y encontré esto de refuerzo de verano”, cuenta de su labor en Bico de Xeado, un negocio que la Granxa O Cancelo abre durante cinco meses. Silvia asegura que, como no tenía un puesto estable, buscará algo de lo suyo cuando le rescindan el contrato. Eso sí, perder el verano se le hace menos duro porque está “contenta” con jefes, compañeros y turistas.

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