Cuando el túnel de La Marina se abra a fin de mes, cerca de 30.00 vehículos lo recorrerán a diario. Con una cantidad tan grande de tráfico, los siniestros son un riesgo que afrontar a diario, así que el Ayuntamiento prepara un paquete de medidas para minimizar la posibilidad de un accidente, empezando por convertir el túnel de María Pita en una zona 30 en sus tramos más peligrosos. Es una decisión que se ha tomado influenciada por el complicado trazado del túnel, que cuenta con una bifurcación que puede ser peligrosa si se toma a una velocidad inadecuada, por eso se está sopesando la instalación de dos radares.
El túnel tiene cuatro carriles de circulación, dos en cada sentido. Su longitud es de 530 metros, lo que unido a los 470 del túnel de O Parrote forman un recorrido subterráneo de un kilómetro de largo. Ya durante la presentación del proyecto, en julio de 2013, el concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado, había reconocido que su trazado era complicado: “Una de las grandes dificultades del proyecto es que tiene tres niveles distintos”. La razón es que tres de los cuatro carriles discurren a cotas distintas.
En Puerta Real, los conductores que circulen por el subterráneo podrán elegir entre continuar por el túnel de María Pita, que también ha sido reformado para mejorar sus prestaciones o el nuevo de O Parrote, con lo que saldrían a la superficie a la altura de La Solana. Es precisamente en esa bifurcación donde existe el mayor peligro de que un vehículo se salga de la vía y colisione, y será ahí donde se instalarían los cinamómetros que se plantea instalar el Ayuntamiento. No serán los únicos sensores con los que contará el túnel, donde también se instalarán cámaras.
calmar el tráfico
Pero, más allá de las especificaciones de seguridad para el túnel, lo cierto es que la intención del Ayuntamiento es extender cada vez más las zonas 30, como una forma de calmar el tráfico, hacerlo más agradable al peatón y, sobre todo, disuadir al público de emplear el transporte privado al eliminar una de sus principales ventajas: la velocidad. Por ejemplo, en la superficie que ha resultado liberada del tráfico, que el Ayuntamiento calcula en 52.000 metros cuadrados, solo se permitirá el paso al transporte público y a los vehículos vecinales, y es dudoso de que allí también se permita circular a más velocidad que los consabidos 30 kilómetros por hora.
Por el momento, 150 operarios siguen trabajando día y noche para dejarlo todo a punto. Aunque la fecha de inauguración se mantiene, todavía queda una parte de la estructura que se mantiene con andamios así que ellos sí tienen que ir a máxima velocidad.