Las tripas de una máquina fea y hermosa

Las tripas de una máquina fea y hermosa
La primera exposición incluye obras de nueve autores de la comunidad

No será una sala de exposición al uso. Tampoco una factoría de ideas, ni mucho menos un negocio. Los padres de la Nautilus, que se inaugura mañana a las 20.30 horas en el número 7 de la plaza de Azcárraga, bautizan el lugar como una idea en sí misma, edificada sobre los pilares de las emociones y levantada con la “salvaje ilusión” de que todavía quedan sitios por explorar, vírgenes, que no entienden de éxito ni de fracaso. Solo navegan por mares atípicos y se nutren del talento y la pasión de fotógrafos que van a lo más primitivo del arte.
Será, por tanto, una casa para los sentidos, pilotada por un grupo de artistas polifacéticos del país que quieren colocar en su sitio “la potencia creadora” tanto la que se mece entre los Pirineos y Fisterra como la internacional. Con esta pretensión, cuelgan las primeras instantáneas, que se podrán disfrutar gratis. La llaman “Cassiopeia”, por la constelación que señala al Norte, y está comisariada por el fotoperiodista Juan Varela.
Cuenta con obras de gran formato firmadas por artistas de orígenes naturales y laborales como Fran Herbello, Carla Andrade, Amador Lorenzo, Luis Díaz Díaz, Henrique Lista, Isra Cubillo, Eva Díez, Tono Mejuto y Nicolás Combarro. Varela explica que “se trata de un nuevo concepto, ahora nunca visto” porque los autores son reconocidos en su campo y responden a una generación que roza la cuarentena. Juntos forman un tipo de fotografía contemporánea que como Cassiopeia marca el camino de los nuevos creadores de la comunidad.
Son obras que “reivindican el potencial y el lugar destacado que Galicia debe tener en el mundo de la creación fotográfica”, indica. Durante el evento, se proyectarán fuera una serie de imágenes de Bernardo Villanueva, de marcado carácter coruñés e intención provocadora.
El colectivo define Nautilus como una sala independiente y autárquica, estructurada siguiendo las directrices punk-industriales, un “laboratorio de chiflados” que comparan a un submarino cuya tripulación desconoce el destino, pero avanza. Así es que sin saber si el proyecto les llevará a la gloria o el precipicio, se presentan para ser escaparate de lo que fluye al margen de lo de siempre. Mostrando solo las entrañas de “una máquina tan fea como hermosa”.

Las tripas de una máquina fea y hermosa

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