Una terna de ilustres vecinos de la ciudad

Una terna de ilustres vecinos de la ciudad

Tres breves biografías de otros tantos ilustres coruñeses que han quedado para el recuerdo.

Francisco Antonio 
Mourelle de la Rúa
Nace este ilustre marino en San Adrián de Corme (Coruña) en 1750 y muere en Cádiz en 1820. Se consolida como un gran explorador del Pacífico. Había ingresado 1763 en la Academia de Pilotos de Ferrol y pasará gran parte de su vida guerreando, sobre todo contra Inglaterra, por mantener las posesiones españolas en América, donde intensifica la política naval de defensa. Realizará numerosos viajes de exploración y logra descubrir diversas islas situadas en Oceanía. También interviene en dos expediciones, una, a Alaska y otra, en su travesía del Pacífico, que vienen a ser los episodios más meritorios de este Almirante de la mar Oceánica. 
Todos sus ascensos lo fueron fuera de promoción y por méritos extraordinarios, según sus propias palabras. En 1775, embarca como primer piloto en la goleta “Sonora”, toma parte en la expedición que sale del puerto de San Blas, en California, al objeto de explorar la costa del Noroeste de California hasta la mayor latitud posible. 
En 1779 como alférez de fragata, hará un segundo viaje a bordo de la fragata “Favorita” en dirección a Alaska, logrando alcanzar las mayores latitudes.
El conflicto en la mar entre españoles e ingleses hace que se abandone la navegación tradicional por una ruta alternativa meridional, llevada a efecto por la fragata “Princesa” al mando de Mourelle. En este viaje descubre de isla de la “Amargura” (Fonualei) y la isla de “Late”. No consta que ningún otro navegante las hubiese anotado anteriormente en sus diarios de abordo. 
Transcurre un tiempo cuando llega a la isla de “Vavao”, (en el archipiélago de Tonga) bautizada por Mourelle “Mayorga”, en honor al virrey de Méjico, don Martín de Mayorga. 
Tras dejar esta isla descubre otras muchas que el propio Mourelle bautiza. 
Corre el año 1818, cuando a este intrépido marino se le concede el mando como de Jefe de Escuadra de una pequeña flota de cuatro navíos, tres fragatas, cuatro bergantines y otros buques menores, arbolando su insignia en la fragata “Ligera”, para sofocar el levantamiento del virreinato de la Plata, pero cuando aquella expedición estaba lista para zarpar surge el alzamiento de Riego, aunque Mourelle se niega a reconocerlo y contiene a los sublevados, quedando esta expedición después del triunfo liberal disuelta por orden del Gobierno. 
Sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Manuel Murguía 
Este gran Escritor, nace en Foxel-Oseiro-Arteixo, (Coruña) el 17 de mayo de 1833. Pasa con apenas diez años, en 1843, al cuidado de su padre en Santiago, donde estudia Bachiller, para ir a Madrid en 1851, donde se matricula en la Facultad de Farmacia, misma profesión que la de su padre, que primero, había regentado una botica en la coruñesa calle de Garás 18 y posteriormente se traslada a Santiago, donde regentará otra. 
En Madrid comienza a publicar sus relatos históricos en la prensa de la capital. Se casa con la poetisa gallega Rosalía de Castro en Madrid y da por finalizado su periplo en la capital, regresando ambos a Galicia. Murguía pisa suelo coruñés el 23 de mayo de 1859 para dirigir el Diario de La Coruña, trasladándose a esta ciudad también su esposa y la hija de ambos, Alejandra, donde estarán unos meses. 
En 1870, Murguía es nombrado director del Archivo General de Galicia y la familia Murguía-Castro, se traslada a vivir a la coruñesa calle del Príncipe, en cuyo puesto estará hasta 1874, en que es cesado por cuestiones políticas. Tras la muerte de su esposa en 1885, Murguía vuelve A Coruña en 1894 y lo hace como director del Archivo de Hacienda y ya no se ausentará de esta ciudad.Constituida la Real Academia Gallega, Murguía dispone como presidente de dicha entidad que su sede sea permanente en A Coruña. 
En su homenaje, una obra escultórica de Fernando Cortés Bugía, natural de Betanzos, que concibe un busto labrado en bronce con pátina dorada sobre una base de granito negro pulido. El conjunto se eleva sobre una alta peana de granito rosa y sobre su frontal debía aparecer la inscripción: Murguía 1833-1933. Las letras han desaparecido y en su parte inferior y colocada sobre cemento, una placa de bronce coronada con una medalla presenta la figura del polifacético Murguía.

Adelaida  Muro
Esta devota coruñesa nace en el siglo XIX y muere en Madrid en 1892. Distinguida dama caritativa casada con José Arévalo, un acaudalado coruñés, el nombre de Adelaida Muro quedará muy unido al asilo de ancianos que se levantó en la calle que lleva su nombre, hoy desaparecido.
El edificio se comenzó a levantar en 1888 según los planos del arquitecto Juan de Ciórraga, el cual renuncia a sus honorarios debido al fin que se persigue. En 1897 el inmueble pasa a ser habitado por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. 
Cuando Adelaida Muro fallece en Madrid, lega en su testamento a la ciudad coruñesa parte de su fortuna. Aquel legado ascendía entonces a unos dos millones de pesetas, que debían invertirse en la creación de un asilo para pobres y ancianos. Como ya estaba en fase de construcción el edificio de las Hermanitas, los albaceas de Adelaida Muro, deciden que su legado pasase a la benemérita institución. También una cuñada de Adelaida Muro, Elvira Arévalo que fallece más tarde, lega su fortuna a este centro y otras muchas familias con arraigo en la ciudad colaboraron hasta lograr ver culminada la obra caritativa. 
Los restos mortales de Adelaida Muro, de su esposo y de la hermana de este reposarán en la cripta tras el Altar Mayor de la capilla del asilo, el cual comenzó a funcionar en 1903 y lo hizo hasta el 2001, en que fue derribado, en medio de una agria polémica vecinal.

Una terna de ilustres vecinos de la ciudad

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