La Tercera Ronda cumple su primer mes de vida sin accidentes graves

La Tercera Ronda cumple su primer mes de vida sin accidentes graves
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Ya hace casi un mes que se inauguró la Tercera Ronda, con gran presencia de autoridades, justo en el viaducto que pasa por encima de la carretera de Pococomaco. Desde entonces, los vehículos que antes recorrían Alfonso Molina no dejan de fluir en una y otra dirección. Y, de momento, con muy pocos accidentes: fuentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil afirman que se no se tiene constancia de ningún siniestro importante, con heridos de consideración, a pesar de que el trazado de la vía presenta puntos peligrosos. La razón es que el Instituto Armado mantiene un dispositivo de vigilancia casi permanente.
En efecto, desde el destacamento de Perillo suelen mantener un coche patrulla en los alrededores de la bajada de A Zapateira, que desde Tráfico han identificado como el punto donde arranca el “tramo peligroso” de la Tercera Ronda. “No se trata de sancionar, los agentes están ahí para que la gente los vea y pise el freno”, aseguran desde el Instituto Armado. De esta manera, la mayor parte de los conductores encaran la cuesta que baja hasta A Coruña reduciendo la velocidad. Una vez pasado el desvío que conduce al Pavo Real, acaba el peligro.
“Desde el principio nos preocupaba”, admiten desde la Agrupación de Tráfico. Aunque se ha vendido al público como una segunda vía rápida, lo cierto es que la Tercera Ronda no tiene el trazado rectilíneo y simple de Alfonso Molina, que permite conducir cómodamente a ochenta kilómetros por hora. En el caso del nuevo acceso a la ciudad, en algunos puntos la velocidad tiene que ser mucho más reducida, lo que a veces ocurre en una autovía urbana. Por ejemplo, cuando se bifurca y uno de los ramales pasa por debajo del otro. “No debería haber ningún problema si el conductor obedece las indicaciones de los letreros”, apuntan estas mismas fuentes.

El radar
Precisamente, es en esa bifurcación donde se tiene pensado instalar un radar de tramo. Los obreros realizaron la preinstalación, pero todavía no se dispuesto el velocímetro, como anunció en su día el Ayuntamiento. Sin embargo, es una opción que todavía está sobre la mesa.
 Sería la única forma de vigilar a largo plazo un tramo caracterizado por su trazado tortuoso: fue necesario instalar viaductos como el de Pocomaco, de 430 metros, el de Lonzas, de 445 o del Mesoiro, de 105 y ejecutar giros para eludir casas, yacimientos arqueológicos como el de Castro de Elviña. Ambos ramales serían controlados por un único radar, que puede controlar ambos sentidos con un único aparato que podría controlar los 50.000 vehículos que se espera que circulen por la Tercera Ronda a diario, según las cifras que maneja el Ayuntamiento, una vez los conductores se acostumbren a escoger la nueva vía para sus traslados y a recorrer las curiosas curvas y desniveles que la caracterizan.

La Tercera Ronda cumple su primer mes de vida sin accidentes graves

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