El temporal de viento y lluvia salpicó la jornada de pequeñas incidencias

El temporal de viento y lluvia salpicó la jornada de pequeñas incidencias
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El sol no apareció sobre la ciudad ayer, cuando las nubes y la lluvia constante fueron la tónica habitual. El viento que generó “Mishka”, fuerte y constante, también hizo de las suyas, llegando a desplazar algunos contenedores, arrancar antenas y hacer mucho más difícil el uso del paraguas para protegerse de las precipitaciones, que oscilaron entre la llovizna y el chaparrón durante todo el día y que dejaron 60 litros por metro cuadrado. Las ráfagas que se registraron en A Coruña apenas superaron los 50 kilómetros por hora, muy poco comparadas con las de más de 100 kilómetros por hora de la cornisa cantábrica, pero bastaron para   derribar un árbol en las inmediaciones de Mesoiro.
El árbol cayó en la carretera que se encuentra entre el Centro Universitario de Estudios Superiores y el colegio Obradoiro, obligando a actuar a la Policía Local pero, como la vía en cuestión no soporta apenas tráfico, su corte no produjo alteraciones en la circulación mientras el árbol era reducido a leña por los operarios de una empresa de jardines.
Ya al mediodía, los bomberos habían tenido que acudir a la calle del alcalde Rodriguez Yordi, en las proximidades del estadio de Riazor, por un aviso de una antena que amenazaba con desprenderse. Los bomberos retiraron la instalación y la dejaron a un lado, a disposición de los técnicos.
Del mimo modo por la tarde, tuvieron lugar algunos incidentes relacionados con los contenedores de basuras que se vieron desplazados por el viento por no estar asegurados con los anclajes. Esto tuvo lugar sobre todo en calles muy batidas pro el viento, como Rúa Alta, y en lugares elevados, como Os Castros. El incidente obligó a acudir a agentes de la Policía Local porque los depósitos rodantes amenazaban al tráfico.  

cascotes en san andrés
A media tarde, varios cascotes se desprendieron de la fachada del número 155 de la calle de San Andrés. Los bomberos tuvieron que acudir a inspeccionar el edificio, que tiene cinco pisos de altura y cuenta con una terraza. Al parecer, había más partes de la fachada que amenazaban con desprenderse y caer a la calle, de manera que tuvieron que sanearla, operación en la que invirtieron durante más de media hora.
Pero, si las condiciones más pesimistas se cumplen, será mañana cuando se muestre la cara más desagradable de la borrasca: olas de hasta siete metros podrían chocar contra el espigón de La Coraza y Las Esclavas. El momento de mayor peligro será la pleamar, que está calculada para alrededor de las tres y media a cuatro de la tarde, según los servicios de emergencia.

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