Suspendidos a ocho metros del suelo

Suspendidos a ocho metros del suelo
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Los expropiados de San Vicente de Elviña que aún resisten en los terrenos del Ofimático se concentraron para protestar ante el paso elevado de Alfonso Molina, desafiando la lluvia intermitente. Ante ellos estaba lo que quedaba de las vivienda de Álvaro Corral, demolida el día anterior para poder construir un paso elevado que conectara el Parque Ofimático con Alfonso Molina.  Con Corral y los miembros de Stop Desahucios que habían tratado de resistido con él al desalojo del día anterior.  
Todavía hay cuatro vecinos en el margen derecho de Alfonso Molina que esperan que les llegue la orden de desalojo. Para ellos, el montón de escombros al que ha quedado reducido el hogar de Corral es su futuro, igual que sus propias casas son su pasado y las manifestaciones y protestas, el presente en el que viven. A la angustia de perder sus casas se une la incertidumbre porque todavía no se sabe dónde acaba el puente por el que fue necesario sacrificar el hogar de Corral: en los planos acaba suspendida a ocho metros del suelo.  Así se sienten también ellos.
Dolores Rey, que llegó a la protesta un poco más tarde, podría ser la siguiente en ser desalojada. Su familia es propietaria de una de las parcelas más grandes en el margen derecho de Alfonso Molina, que también reclama el Parque Ofimático. Son más de 2.100 metros cuadrados que  tendrán que ceder para “equipamientos”. “Le pregunté a Martín (el concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado) qué se iba a hacer ahí y me dijo que podría ser un colegio o un ambulatorio, que no se sabe”, explica.
Como todos los expropiados, a la familia Rey la convirtieron en promotores cuando se negó a vender sus casas para el proyecto. En su caso, eso significaba que les entregaban una parcela de 300 metros cuadrados y una indemnización por el valor estimado de su casa de 90.000 euros. Pero, como promotores, también tienen que pagar las cuotas de urbanización, y como su parcela es de las mayores, también su cuota es elevada: el primer pago fue de 104.000 euros. “La segunda cuota fue de 40.000, y nos negamos a pagarla”, aclaró Rey.  
 
de nada
En la casa viven sus padres, un matrimonio de octogenarios. Emilio Rey recuerda, indignado, una situación similar de hace mucho tiempo, cuando un alcalde vino y explicó a los vecinos que tenían que reubicarse. “Molina (Alfonso Molina) vino y nos dio estos planos –protesta, señalando unos documentos amarillos, fechados en 1957 – y no sirven de nada ¡De nada!”.  
Ahora es otro gobierno local el que se ocupa de llevar a cabo el proyecto y Prado, el concejal del área, debe salir al paso de las críticas. Lo hizo ayer asegurando que el Ayuntamiento no tiene “capacidad de negociación”. No siempre pensó así. A principios de año pidió al ex rector de la Universidad, José Luis Meilán Gil, un plan para realojarlos e incluso llegó a anunciar un acuerdo con las familias afectadas negaron. Después confesó que el plan Meilán Gil se ha descartado porque implicaba  acuerdos con las familias que el gobierno local no iba a asumir.
En cambio, ofrece viviendas de alquiler social en Eirís, como hace con Corral. “Ni siquiera quiso ir a verla”, asegura. Dolores Rey, por su parte, afirma que no las quiere: “Que se lo den a gente que esté peor. Saldremos adelante. Queremos que el Ayuntamiento desafecte toda esta zona porque no les va a servir de nada. El Ofimático no avanza”.
Pero Prado asegura que dos de las cinco cooperativas ya comenzaron a trabajar en sus terrenos. Y en un comunicado, estas sociedades ratifican su “posicionamiento favorable” a la construcción del puente, que consideran de gran interés para toda la ciudad.

Suspendidos a ocho metros del suelo

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