“Son versiones cantadas sin repetir y sin corrección alguna. Casi equilibrismo”

Andrés Calamaro llega el sábado a las 21.00 horas al Coliseo acompañado de un trío de músicos y con 30 años metidos en la guantera. Después de publicar el tercero de una entrega a la que llamó “Grabaciones encontradas”, asegura que el concierto será una oportunidad para verlo agarrado a sus grandes éxitos, pero en una versión más desnuda y acústica. Germán Wiedemar lo acompañará al piano y Antonio “Toño” Miguel estará al contrabajo para darle un acabado “percusión” con Martín Bruhn. El argentino no desperdiciará la ocasión para tocar los temas de “Romaphonic Sessiones”, en un repertorio de hits donde Calamaro será más Andrés que Calamaro. El público tendrá la exclusividad en el bolsillo. La película se titulará “Licencia para cantar”, que es el nombre de la gira que lo está llevando por todo el país desde el pasado 7 de mayo.

Después de tantos años, ¿se está mejor solo o acompañado?
Caramba, esta sí que es una pregunta para romper el hielo. Le confieso que la soledad y yo no hacemos buena pareja. Para más datos, en esta gira presento un trío.
 
En el nuevo disco, se acompaña de un piano. ¿Cómo será la puesta en escena del sábado?
La gira no tiene mucha relación con el álbum, ensayamos nuevas atmósferas. Ahora presumimos de compás, somos un grupo de bolero evolutivo. Sobriamente, pero con músicos contrastados en Europa. Para aplaudir.
 
¿Cree que algunos artistas no deberían tener licencia para cantar?
¡No levante la perdiz! No soy un cantante profesional, solo me respalda la experiencia. Soy un cantor silvestre, pero sé rodearme de compañeros de categoría.
Y presumo de un respetable generoso que me respalda.
 
Dos tardes y un disco, ¿funciona siempre tan rápido? ¿Qué impulsos le llevaron a elegir esas canciones y no otras y cómo las presentará en directo?
El directo se despega del disco, es más entretenido. También más profundo. El disco fue un accidente voluntario, el directo lo pensamos y lo ensayamos. Más. Somos un cuarteto de tres con un cantante. Reinventamos el álbum con un cierto ambiente de bolero futurista: canción y compás.

¿Cómo se mueve por un archivo tan denso?
“Grabaciones Encontradas” son siempre archivos. Este último disco es una grabación que hicimos preparando unos ensayos. No lo pensamos demasiado, está grabado hace apenas un año. Son las versiones cantadas sin repetir y sin corrección alguna. Casi equilibrismo.
¿Qué supuso Los Rodríguez para la historia de la música más reciente?
La música es muy grande. Los Rodríguez fue muy grato para la vida de Los Rodríguez. Una buena forma de cumplir treinta años. Supongo que dejamos un legado digno. Pero lo vivimos en su momento.
 
Treinta años de grabaciones, ¿Cómo ha sido y es ahora Calamaro? ¿Qué es lo que le lleva en la actualidad a hacer música?
Esa misma pregunta me hago yo. Me gusta ensayar. En los ensayos, la intimidad con la música me reinventa, me convence. Las responsabilidades son otra cosa.
 
¿Cree que el formato físico del disco se acabará perdiendo para siempre?
Caramba, yo sigo comprando discos. Si desaparece el formato… no quiero enterarme. Fuera de broma, me gusta la música en todos los formatos. Pero no toda la música. De la buena!
 ¿Hay posibilidades de retomar lo que se planteó hace tiempo de realizar una gira conjunta con Bunbury? ¿La idea de girar con Loquillo, Urrutia y él también cayó en saco roto o todavía hay esperanza?
No depende de mí. Yo estoy dispuesto y disponible. Hicimos una espléndida gira con Enrique por México. Me hubiera gustado mucho trasladarla a España. El Loco va a llenar Las Ventas y me alegro de verdad. Jaime es el mejor.
 
¿Cómo se combate el vacío del artista?
Siempre hay algo que hacer. Yo escribo un poco y leo un poco. Y escucho un poco de música. Puedo cocinar, elegir la comida. La vida austera y cultural.
 
¿Cómo define su relación con el público gallego? ¿Es agradecido?
Mi primera gira en España fue en Galicia. Allá brindé alguno de mis mejores conciertos. Siempre vuelvo con gran ilusión. ¡Pueblo generoso!