Una saga familiar con historia

Una saga familiar con historia
Ruinas de la antigua fábrica de cristales del Orzán en una imagen de 1920

La familia Del Adalid cuenta con varios miembros destacados a lo largo de la historia. El primero es Marcial Francisco del Adalid Ramírez, quien había nacido en Hestarcs-Calahorra-Logroño en 1754, llegando a ser prior del Real Consulado de A Coruña en 1803-1804, 1813-1814, 1818 y 1820 así como consiliario en diversas épocas. Empresario, tenía su sede social en el Cantón Pequeño.
Durante su primer mandato como prior tiene origen la fundación de la Biblioteca del Real Consulado, que se lleva a efecto mediante la donación que hace el clérigo Pedro Antonio Sánchez Vaamonde.
Marcial Francisco fue contador de la oficina abierta en A Coruña del Banco Nacional de San Carlos, desde 1796 a 1806 y consiliario de la Compañía Marítima de Seguros. En esa misma época formó parte de la Junta Suprema del Reino de Galicia. Fue además director de la provisión de Víveres del ejército desde 1796 a 1808. Pertenecía al movimiento liberal y era miembro del denominado “Club de la Esperanza”, cuyas reuniones se celebraban en el café del mismo nombre y situado en la calle Real, por lo que fue perseguido por los absolutistas. Murió en A Coruña en 1822.
En sus negocios había tenido una intensa actividad comercial en las Indias, en particular a finales del siglo XVIII, a la vez que suministraba hoja de tabaco a la Fábrica de Tabacos de la Palloza en A Coruña y era también distribuidor del papel timbrado del Estado en las siete provincias de Galicia.
Con su patrimonio haría préstamos dinerarios a funcionarios, militares, tripulantes y emigrantes que se desplazaban a América, pero la crisis que se desata en el comercio con las colonias entre 1797 y 1818 alcanza a todos los comerciantes de A Coruña en mayor o menor medida, siendo Marcial Francisco uno de los más afectados. Al morir, sus hijos Juan Antonio y Francisco siguen con los negocios emprendidos por su padre. El último llegaría a ser regidor del Concejo coruñés en 1843 a la vez que llevaba la actividad comercial y naviera que había dejado su padre.
Juan Antonio, por su parte, se matriculó en 1830 en el ramo de fabricante de vidrios, con una fábrica de vidrio plano, “La Provisión”, que funcionaba en los terrenos de la antigua provisión de pan en la ensenada del Orzán y había sido comprada en su día por su padre.
Juan Antonio era el segundo hijo de Marcial del Adalid y lo mismo que su progenitor fue un afamado liberal y miembro de la Milicia Nacional.
Dionisio Leal, Benito Español y Noriega Cortiña fueron sus socios en la fábrica, entablándose un pleito entre ellos cuando la factoría atraviesa por graves dificultades en 1837. En ese año Camilo Gamboa le hace un préstamo de más de 18.000 reales de vellón, cuyos pagarés no serán atendidos. A consecuencia, Del Adalid tiene que acudir al tribunal de Comercio, cuyo fallo le hace hipotecar en pago de su deuda la fábrica, su casa y la huerta. La fábrica, en la que trabajaban unos 50 operarios –30 de procedencia extranjera–,
desaparece así en 1845. Estaba ubicada en los terrenos que hoy ocupa el colegio e iglesia de los padres salesianos, en lo que entonces era conocido como el Arenal del Orzán. Juan Antonio, muere en su casa del Portazgo en la parroquia de Santa María de Rutis en 1848.

músico
En la siguiente generación destaca Marcial del Adalid Gurrea, nieto de Adalid Ramírez e hijo de Francisco del Adalid y Josefa Gurrea. Fue un importante músico y compositor nacido en A Coruña en 1826.
El tercero de cinco hermanos, se dedicó siempre a la música al poseer una innata cualidad para la misma. Se inicia en su estudio guiado por el organista de la Colegiata de A Coruña y a muy temprana edad ya interpreta obras de los compositores más afamados, siempre en temas de calado romántico. La posición privilegiada de su familia le procura el que pueda asistir a óperas, viajar por el extranjero, asistir a conciertos y conocer a diversos autores personalmente. Su padre le permite desligarse del negocio familiar y dedicarse por completo a su actividad musical, refugiándose en el Pazo de Lóngora, en Liáns-Oleiros.
A partir de 1844 vive así unos años de entrega total a la música tanto en Madrid como en el extranjero. Tras la muerte de su padre en 1855 se establece en la Corte y da a conocer allí sus obras, aunque no logra alcanzar el sueño que se había propuesto de estrenar en París su ópera “Inés y Blanca”. Años después regresa A Coruña y se instala de un modo definitivo en el Pazo de
Lóngora.
A su regreso ya se encontraba casado con la escritora que se haría tan famosa por su seudónimo de Fanny Garrido, mujer, según la época, de esplendorosa belleza, la cual acompañaría a Marcial del Adalid en numerosos viajes y organizará concurridas veladas musicales en aquel Pazo de Liáns, cantando incluso los propios poemas que su marido componía musicalmente. Es quizás la etapa más fructífera de Marcial del Adalid en cuanto a la creación de sus obras, entre las que destaca una pieza romántica para piano, a partir de 1877 publica varias series de “Cantos populares gallegos”. Buena parte de su obra permanece, no obstante, todavía inédita. Entre estos trabajos figura la ópera anteriormente citada y que sería donada por su hija María a la Real Academia Gallega.
La precaria salud de la que siempre gozó le hará reproducir una antigua dolencia hepática que aboca a que Marcial del Adalid muera de una forma un tanto prematura en su Pazo de Lóngora, recibiendo sepultura en el Campo Santo de A Coruña en 1881.

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