La ruina que amenaza al poblado de A Pasaxe

La ruina que amenaza al poblado de A Pasaxe
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En el poblado de A Pasaxe todos están al corriente de la decisión del Tribunal Superior que ordena al Ayuntamiento desalojar la ruinosa nave de la antigua Conservara Celta para proceder a su derribo y que eso significa que tendrán que desalojar a varias familias. Siete, por lo menos, aunque puede que el número de afectados se eleve a trece. Incluso están al corriente de que la semana que viene, el alcalde, Xulio Ferreiro, vendrá a visitar el lugar. Pero hay muy pocos nervios entre los residentes de las chabolas que se apoyan contra las vigas de la antigua nave. Sobre todo, porque esperan muy poco del Ayuntamiento.  
Muchos están convencidos de que el desalojo no es más que una excusa para sacarles de allí. “Es una guarrada, van a hacer más daño que bien”, comenta Antonio, que lleva treinta años viviendo allí con su familia, compuesta por siete personas. Cree que la nave es sólida y mientas limpia el suelo con una manguera, recuerda que “los de antes” (el PP), nunca hicieron nada por ellos. Ahora sufren una plaga de ratas tan grandes que atacan a sus animales domésticos: “Hasta hace un par de meses venían para desrratizarlas, pero ya hace tiempo que no vienen, y ahora están por todas partes”.
Su vecina, María Rosa dos Santos, piensa igual: “Si tienen que tirar esto, por lo menos que nos den algo. Nosotros aquí tenemos una casa a la que estamos adaptados, con agua corriente, ducha y electricidad”. Saben que si les realojan, será de manera temporal, únicamente mientras derriban la nave, y creen que cuando vuelvan sus casas habrán sido demolidas también. “Yo no quiero irme con una mano delante y otra detrás. Tengo un terreno en el monte Xalo pero ¿Qué hago ahí?”, se pregunta Dos Santos.
 
sin ayudas
A la vuelta de la esquina, su cuñado Francisco piensa igual. Mientras se toma un café, recuerda que durante el gobierno de Carlos Negreira les dijeron que tenían 40.000 euros para ayudas a la vivienda. Solo tenían que encontrar un piso e hipoteca. “¿Cómo ibamos a conseguir algo así nosotros?”, se pregunta.
También pone en duda que les permitan regresar una vez acabadas las obras de demolición. Incluso aunque fuera así, considera que el realojo en un piso no es lo más adecuado. “Yo podría acostumbrarme, pero hay mucha gente que no podría, por su mentalidad. Se sentiría encerrada en un piso”, asegura el joven. La mayor parte de los afectados se dedica a la venta ambulante y recibe subsidios sociales y las casi cuarenta familias que componen el poblado tienen 50 menores a su cargo. Todos juntos forman una comunidad.
Pero Francisco sí reconoce que la nave es una ruina: “Han caído cascotes antes, para mí que se cae”. Así que la demolición es necesaria, pero también encontrar una solución real al problema del poblado. Y eso es lo que piensan decirle al alcalde cuando les visite.

La ruina que amenaza al poblado de A Pasaxe

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