“Me resistí a ser la típica cantante romántica y aposté por espectáculos rompedores”

“Me resistí a ser la típica cantante romántica y aposté por espectáculos rompedores”
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Paloma nunca entendió cantar una historia sin hacerla suya. Lo hizo desde que era pequeña y utilizaba su habitación como escenario. Así es que la artista le contará el sábado a su gente cómo se siente ahora que le tocar decir “Hasta siempre”, tras una “luna de miel” de 40 años. Y “juntos”, se reirán y llorarán.

¿Cuándo se da cuenta una artista de tanta trayectoria que toca bajarse del escenario?
Pues cuando esa vocecita de dentro te dice “yo creo que ya, ¿no te parece?”. Es un diálogo interior que poco a poco coge forma. Te habita por completo y te convence de que ha sido estupendo.

¿Cómo está siendo la despedida aquí y en América?
Está siendo precioso. Iba a terminar antes, en diciembre, pero mi llamada llegó a la gente. Nunca sabes si vas a tener la respuesta que quieres. En este caso, el público está siendo cariñosísimo y mi casa está llena de orquídeas. Es mi flor favorita.

Una mujer que siempre va pareja al espectáculo, ¿cómo se despide de su gente?
La idea es contar una pequeña historia de cómo empezó todo. Se va ilustrando lo que voy narrando, que es la historia de varias generaciones. Ocurre que la gente desconoce lo que hay detrás y yo quise para el espectáculo que no hubiera distancias, que sepan cómo estoy. Y, en definitiva, les doy las gracias después de tantos años. Cuento en directo lo que me pasa, me emociono y me río con ellos.

¿Qué ha sido más importante la canción o la interpretación?
Han ido de la mano, si estoy en la música es por la interpretación. Desde el principio, me resistí a ser una cantante que hace de puente entre el cantautor y los espectadores. Siempre quise hacer mía la historia, que hubiese una relación directa entre lo que siento cuando canto y el público. De ahí que los musicales fueran fundamentales para mí.

¿Fue clave el papel de Evita?
Ella vino a salvarme. Estaba muy sometida a la dinámica de las discográficas y las ventas, a cantar en cualquier sitio y de cualquier forma. Evita me dio la posibilidad dramática de usar mi voz.

¿Lo de cantar surgió de casualidad?
Siempre canté. Desde pequeña he sido muy histriónica con mi mundo escénico que era mi habitación y si no me hubieran elegido para presentar el programa de verano los domingos, no hubiera podido llegar con tanta facilidad. Son como los pequeños peldaños de una escalera que tienes que pisar para no caerte.

En una carrera donde también habría patinazos, ¿fue el disco dance uno de ellos?
No, lo único que recuerdo que no cumplió con las expectativas fue el musical “Víctor y Victoria” y los discos “Perlas” y “Al este del Edén”, en los que tenía mucha fe. El de dance fue un trabajo que quería hacer y resultó muy apasionante, sobre todo, por trabajar con mi hija.

¿Qué le aportó a la música?
Me resistí a ser la típica cantante romántica y aposté por espectáculos rompedores, con los que iba por los pueblos con bailarines. Espectáculos que implicaban cambios de escenario, donde te podía cantar cuatro temas de rock and roll y uno funky. Esto me enseñó que si luchas por tu idea, terminas encontrando un sitio.

¿Cómo le gustaría que la recordaran?
No tengo ni idea. En un mundo que fluye a una velocidad de vértigo, la obligación de tener que acordarse de mí es una presunción innecesaria. Que lo hagan como quieran. Que estoy en sus emociones es el mejor recuerdo. He hecho tantas cosas... Treinta y tantos discos, igual más de los necesarios...

Y ahora toca decirle adiós a una tierra donde vivió.
Sí, será mi último concierto en Galicia. Cuando viví en Lugo, iba mucho por A Coruña. Me fui de Galicia y ahora me voy a ir otra vez, aunque volveré si puedo a comer marisco a O Grove, y a Pontedeume, que era mi playa de niña.

“Me resistí a ser la típica cantante romántica y aposté por espectáculos rompedores”

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