Reportaje | Una vocación que se afila junto al mar

Reportaje | Una vocación  que se afila junto al mar

Elena nunca se imaginó que las primeras palabras que apuntaría en su libreta serían “nabizas”, “coliflor” o “judías”, porque lo que no sabía era que en su calendario como voluntaria en la biblioteca vecinal de Monte Alto, le tocaría coordinar los trabajos de horticultura con los niños del barrio, que empezarán a remover la tierra en octubre. 
Viene de Faenza, a 30 minutos de Bolonia, donde ya empezó a trabajar entre libros una vez que acabó Ciencias de la Educación. Eso y la tesis sobre literatura infantil le ayudaron a darle clic a la opción de arribar en esta punta del mapa para hacer lo que más le gusta, incentivar la lectura en una casa de libros, en este caso, construida por los propios vecinos de Monte Alto. Lleva solo diez días en A Coruña y dice estar encantada. Por bailar entre tomos y organizar las actividades que tendrán lugar en el centro y por el mar, que rodea por los cuatro costados un destino donde pasará sus días hasta julio. 
El proyecto se enmarca dentro del Servicio Voluntario Europeo. La pedagoga cuenta que lo gordo comenzará en octubre cuando le toque calzarse las catiuscas para ir a los huertos urbanos y guiar a los pequeños entre lo verde: “Estamos decidiendo lo que vamos a plantar”. Así que los términos esdrújulos  “caléndula” o “rúcula” se cuelan en un bloc de notas donde un “club de lectura” para adultos se presenta como uno de los grandes atractivos. Lo pilotará ella en base a los gustos de los participantes, que se reunirán una vez a la semana para hablar de sus inquietudes literarias. 
La primera sesión será el 19 de octubre y girará en torno a “Orgullo y Prejuicio”: “Es la primera vez que se organiza, así que con las obras clásicas es más fácil para que todos puedan tener un ejemplar”. Elena cuenta que con el club tratarán de hacer de la biblioteca, “un  lugar de encuentro, un espacio que haga iguales a todos y donde puedan hablar de sus gustos sobre géneros, autores y temas”. Además, la italiana eligió un año especial para venirse ya que en 2018, la asociación vecinal cumplirá 40 años. Elena aportará más brazos para recopilar material gráfico de la trayectoria de la entidad. Cuando llega a casa, charla con su compañera búlgara, que ayuda a personas con discapacidad. En un mes vendrá un tercero de origen escocés, los tres voluntarios. Y se va a la cama pensando que no puede haber mejor lugar que junto al mar para afilar su vocación. l

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