Reportaje | Joaquín Sabina se queda a mil butacas de volver a hacer historia

Reportaje | Joaquín Sabina 
se queda a mil butacas 
de volver a hacer historia
Los fans hicieron cola en la taquilla de la plaza de Ourense | javier alborés

Olga echó en falta bailar, moverse al ritmo del que viste bombín y sonrisa pícara, pero aún así lo fue a ver tres veces dentro de la gira “Lo niego todo” y la de abril en el Coliseo será la cuarta. Joaquín Sabina no agotó en una mañana el aforo, pero casi. Las entradas para su tercer concierto en la ciudad en menos de un año se comenzaron a despachar a las diez de la mañana.
Tres horas después solo quedaban 1.600, de las 6.500 que salieron a la venta, apenas diez sillas en las primeras filas, las de 90 euros. Y es que Joaquín es mucho Joaquín y la pseudodespedida del tema que le da título al disco fue pillada al vuelo por su comunidad de fans que por si acaso va. Repite y vuelve a repetir. Ayer, en la cola de la plaza de Ourense la mayoría habían estado en julio.

En la cola
Nuria y Sandra llegaron a las 09.20 horas. Se hicieron con pases para tendido bajo y medio. Decían que otra de su cuadrilla desde casa estaba teniendo problemas en la web. Tardaron un mes en anunciar la fecha, pero allí estaban antes de que las tiendas levantaran la verja para garantizar un pase a la canción de autor, al poeta con pinta macarra que no cansa.
En la fila, Óscar elegía “Princesa” como hit. Será la segunda vez también. Alberto llevaba 20 minutos. Carla lo vio aquí y en Barcelona. Depende de la época, pincha un disco u otro. Hoy se queda con “Sin embargo” y todo lo que tarareó al lado de Chavela. Aunque a Begoña no le gustó en el escenario, hizo de intermediaria para otro y se puso a la cola, justo delante de Olga, que aseguraba que verlo en Madrid es distinto porque es su casa y la gente se vuelca. A Coruña, Gijón y de nuevo A Coruña, “y más que lo vería si pudiera” porque además del repertorio sabido, “Lo niego todo” le encanta. Es auténtico “como lo que hacía antes”.
Por verlo en la capital, desembolsó una cantidad importante en la reventa, pero mereció la pena. Es un artista que agota allí adonde va, aunque en el Coliseo no le gusta tanto por eso de que “si te levantas de la emoción, te vienen a llamar la atención”.
Diego también estuvo en julio. Lo dio todo y lo negó todo. Dentro de dos meses estará con su mujer y sus tíos. Sabina, dice, es algo que se lleva en la sangre. No se cuestiona.
A la tarde, quedaban 1.300 visados para un sueño. En la web del artista, en El Corte Inglés o en la plaza de Ourense, la ciudad se declaró de nuevo sabinera. No solo ayer, también durante el mes de incertidumbre llamando a la productora o mandando un mensaje como Carla para saber la fecha de partida. Desde los 40 euros del tendido más alto a los 90 de platea, de momento aún quedan papeletas para verlo.

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