Reportaje | El delito que es en sí una escalada criminal

Reportaje | El delito que es 
en sí una escalada criminal
El andamio que usaron los ladrones en la avenida de Finisterre | javier alborés

El domingo pasado, la Policía Local detuvo a dos sujetos que habían robado en un domicilio en el número 21 de la avenida de Finisterre: el arresto fue posible gracias a una llamada de un testigo, que los había visto moviéndose por el andamio que cubría la fachada. Eran las cinco de la madrugada: rompieron el cristal de una de las viviendas del primer piso, se colaron en el interior, se llevaron todo tipo de objetos electrónicos y salieron a la calle, donde se dieron de bruces con los agentes municipales, que procedieron a arrestarles..
Habían salido separadamente. Al primero, cuando le preguntaron, afirmó residir en el 5ºA. El segundo afirmó que residía en el 3ºA y que era compañero de piso del primero. No fue una actuación brillante, pero aunque hubiera sido digna de un Óscar, es muy poco probable que hubieran conseguido engañar a los agentes municipales, que les confiscaron una mochila llena de objetos robados. “No fueron muy listos”, comentó un experto en seguridad consultado, Osgar Magni, que señala que el momento ideal para robar en un andamio es el domingo por la mañana, cuando apenas hay gente en la calle, y no es de noche.
En todo caso, los andamios son una vía perfecta para que los ladrones penetren en las casas, porque la estructura permite escalar por toda la fachada con comodidad, y a veces incluso al abrigo de las miradas: “Muchos de los andamios, sobre todo los que se instalan mucho tiempo, tienen una red verde para evitar la caída de cascotes que dificulta mucho ver si alguien se encuentra en su interior”.

Rompiendo ventanas
El problema, como señala Magni, es que resulta muy fácil abrir las ventanas que normalmente son inaccesibles. “Basta una palanqueta o destornillador. Normalmente las rompen”, aclara. Eso fue precisamente lo que ocurrió en el número 21 de la avenida Finisterre.
El peligro puede reducirse simplemente instalando una alarma en el andamio, que suene cuando alguien sube a la plataforma, pero como eso encarece los precios y hace la obra menos competitiva, rara vez se instala. De ahí que escalar el andamio se convierta así en una vía fácil para robar en un domicilio y por eso la escogen los delincuentes menos hábiles a la hora de forzar puertas.
Claro que en la ciudad hay casos de ladrones que son tan ágiles trepando por las fachadas que ni siquiera necesitan andamios. El ejemplo más famoso es del “Spider-Man”, que cuenta en su haber con más de treinta antecedentes, la mayoría robos con escalo. El último golpe que se le atribuye fue en diciembre, cuando trepó a un primero en el número nueve de la calle del Socorro a las cuatro de la tarde, rompió un cristal, produciendo un ruido que alarmó al vecindario y escapó con un reducido botín, saltando a la calle y dándose a la fuga antes de que acudieran los primeros coches patrulla.
En julio del año pasado había sido detenido por última vez después de que cometiera una serie de robos. La Policía Nacional no pudo identificarlo hasta que descubrió el microscopio que, se sospecha, había robado días antes en los laboratorios del Hospital Teresa Herrera. También se llevó objetos de un dormitorio así como de los vestuarios antes de ser descubierto por un vigilante de seguridad y huir por la misma ventana por la que accedió, a dos metros sobre el nivel de la calle. En otros casos, ha demostrado ser capaz de trepar varios pisos simplemente aferrándose a una tubería, muchas veces de madrugada o incluso en pleno día, porque era capaz de hacerlo a una velocidad impensada. Así actuó, por ejemplo, en Os Mallos.
En ocasiones, “Spider-Man” era auxiliado por su hermana, que vendía los objetos que el robaba en lo que se puede considerar una auténtica escalada criminal.

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