Reportaje | En una ciudad poblada por “Ringos Stars” de celulosa y “Shakiras” de traje dorado

Reportaje | En una ciudad poblada por “Ringos Stars” de celulosa 
y “Shakiras” de traje dorado
Los carteles siguen siendo parte del paisaje de la ciudad | javier alborés

La publicidad empezó así, en formato cartel. Fue la primera pieza de un catálogo que hoy sirve para reforzar el resto de la campaña, que tiene motor virtual. Respira en redes, por eso la presencia del A-3 marcando territorio en la calle es residual, pero muy democrático porque es apto para todos, los que parten de un presupuesto y los que tratan de atrapar miradas gratuitas que lleven a sus amos al garito “x” o a un evento determinado.
Es por eso que los carteles no desaparecieron del ecosistema urbano y a golpe de cola se fijan en los lugares de mayor tránsito. Desde la agencia DobleEme, Manuel Martínez, apunta que la plaza de Ourense y Fnac es el prime time del cartel, el sitio donde unos esperan el bus y otros pasean con distancia suficiente para quedarse con las misivas publicitarias que duermen en los portales: “No deja de ser un refuerzo, antes con los estrenos de cine eran más artísticos, se cuidaban mucho más”.
En una ciudad que está poblada por “Ringos Stars” de celulosa y “Shakiras” con traje dorado, los “que no tienen un poder adquisitivo alto, empapelan el asfalto”. También hay empresas que se dedican a hacerlo, son las mismas que se dedican al buzoneo, pero la gran mayoría de los que saludan en las aceras son parte de un todo presupuestado con varios ceros, donde la base de la receta está en una imagen potente que se lleva a todos los terrenos posibles con pequeñas variaciones.
Las cuelgan de mástiles de banderas, en moopis o vallas. Lo importante es que la creatividad haga su trabajo y que guarde un golpe con efecto en la manga: “Es como un libro o una canción”. Y porque el ingenio va muchas veces de la mano de don dinero, normalmente a los que no acuden a una agencia les cuesta más llegar, aunque siempre hay sorpresas: “Los clientes siempre me dicen: ¿Qué es mejor que yo tenga un millón de euros y una creatividad mala o un euro y una creatividad buena?”. Todo tiene que estar compensado en una balanza donde la cantidad acaba llenando el ojo.
En el arte del cartelismo, el gancho puede ser la imagen o el texto. La competencia es grande así que de poco vale poner una valla junto a otras dos más. La mirada no asimila tantos metros de un barrido y lo importante “es saber a quién te diriges”.
Manuel calcula que en A Coruña puede haber cerca de 500 vallas dispuestas a hacer un clic en la cabeza de los consumidores. Las más codiciadas se encuentran en Lavedra y As Xubias por el tráfico que pasa, pero en función del producto o el evento, la misiva puede producir más causa-efecto si se coloca ahí donde el target coge el taxi o queda con sus amigos: “Aquí llevamos Renault Caeiro, por lo que es más fácil llegar en zonas próximas a gente que conduce. Si es de naturaleza deportiva, la Casa del Agua es perfecta”. Para saber si la fórmula funciona, es complicado: “Hay estudios de mercado basados en encuestas donde se le pregunta a la gente si lo han visto”. Los número salen de forma más fácil si la campaña se centra en una promoción concreta tipo “si vienes ahora, entras en el sorteo de un coche”. Por su parte, Álvaro, de Duacode, señala que el calendario de celebraciones continúa pidiéndolos. Ellos diseñaron el de Arde Lucus del año pasado: “No se dejan de pedir carteles y aunque hagas una aplicación, reservas algo para este formato”.
Eso sí, afirma que se invierte más en el mundo virtual, pero que el papel se sigue utilizando para remarcar lo que nace para conquistar a través de la pantalla: “A la hora de pegarlos, hay que tener cuidado con las ordenanzas”. Porque no todos los sitios valen. Y es que al arte y a la originalidad, hay que sumarle un factor que puede jugar a favor o en contra. Saber que el tuyo está en la pole position.

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