Recuerdos de su primer viaje bonaerense

Recuerdos de su primer viaje bonaerense
En las fotos, María Casares está acompañada de personalidades como Blanco Amor o Rafael Dieste

El CGAI guarda en su archivo una serie fotográfica inédita sobre María Casares. El director del centro, Guillermo Escrigas, cuenta que se trata de un documento gráfico de la primera visita de la actriz a Buenos Aires en 1957. Por otro lado, la experta María Lopo explica que la coruñesa cruzó el charco varias veces en su vida, siempre en relación con las tablas. En esta ocasión lo hizo como integrante del TNP (Théâtre National Populaire), dirigido por Jean Vilar. Al parecer, la compañía representó en francés “Marie Tudor” de Victor Hugo y “Le Triomphe de l’amour”, de Marivaux, en el teatro Colón de la capital argentina.
Lopo señala que para los gallegos emigrados, y por supuesto, para todo el exilio que hizo de Buenos Aires una quinta provincia, su presencia y las representaciones teatrales en las que participó supusieron momentos muy importantes de afirmación colectiva.

Giras y funciones
Entre otros muchos actos, Casares realizó el 10 de octubre una ofrenda floral a los pies de la estatua de Rosalía de Castro en el Centro Gallego de Buenos Aires. Del evento, existen instantáneas firmadas por Eligio González con motivo do 50 aniversario del espacio.
Después de esta primera estancia, Casares retornaría numerosas veces al país por diversas giras y funciones.
Por ejemplo, en 1962 tocó de nuevo el continente americano con “Cher menteur” de Jerome Kilty y solo un año más tarde, en 1963, volvió con “Yerma”, de García Lorca (en un montaje de Margarita Xirgu) para volar de nuevo en 1964 con “Divinas Palabras de Valle-Inclán”, en un espectáculo montado por Jorge Lavelli.

con la intelectualidad
Por su parte, Escrigas recuerda que en las que le pusieron rostro a las memorias en gallego de la intérprete “Residente privilexiada”, de Trifolium, se puede ver a grandes intelectuales y escritores como Eduardo Blanco Amor, Rafael Dieste o Luis Seoane. Las adquirieron hace cinco o seis años y pertenecen al archivo del actor gallego Tacholas, que vivía en la otra orilla atlántica.
Si Buenos Aires fue uno de los destinos que se repitió en su vida como escenario para sus obras, la ciudad de A Coruña se quedó sin verla desde su exilio de joven. Aunque hubo una intentona para que fuera partícipe de la primera edición de los premios teatrales dedicados a su figura, la enfermedad que padecía le impidió finalmente regresar, aunque muchos especialistas barajan que, en realidad, nunca quiso hacerlo.
En todo caso, 20 años después de su muerte, la ciudad la recuerda. Está viva gracias al departamento de Artes Plásticas del instituro oleirense que lleva su nombre y que colocó las instantáneas en el tramo de una escalera para que camino a clase, los alumnos mastiquen su talento.
La representante del existencialismo francés respira en la buhardilla de la casa museo Casares Quiroga.
El número 12 de Panaderas fue el primer testigo de su valía porque allí arriba, ella se disfrazaba y jugaba a interpretar. Por otro lado, un busto en forma de jarra activa su recuerdo todas las primaveras cuando toca distinguir los mejores espectáculos teatrales del país en el Rosalía.
En Francia, sus huellas están en el théâtre National de La Colline, al este de París, donde una sala se bautizó como María Casares. Además, el que fue codirector con ella, Jorge Lavelli, fijó en el 2000 su casa de Alloue, donde murió, una parada para los talentos que buscan una residencia donde formarse.
El CGAI se une así al conjunto de tesoros que la ponen en el lugar que se merece en un año de celebraciones donde el colectivo actoral se reunió en su primera casa para hablar de su legado, recitar poemas y reivindicar que el teatro Colón pase a ser el María Casares.

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