“En realidad, yo llegué a la música por las palabras”

“En realidad, yo llegué a la música por las palabras”
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Xosé publica “A flol da celdeila. Un conto chinés” (Editorial Everest) donde crea un personaje incapaz de pronunciar la “l”. La chinita le sirve para tocar el idioma, el abuso del poder y el acoso. Con humor, porque sin retranca no tendría sentido.

¿De qué trata “A flol da celdeila. Un conto chinés”?
Es sobre una niña que no sabe pronunciar la “l” porque es china y la sustituye por un sonido muy extravagante. Originalmente lo escribí en chinés pero al final lo traduje. Son todas historias que se generan alrededor de la protagonista. Está ilustrado por Ánxeles Ferrer y con un prólogo de Mero Iglesias.

¿Qué ingredientes mete en el pote?
Amor y humor, porque hay bastante retranca. También es el reflejo de un idioma en exclusión, del acoso infantil y del abuso de poder porque cuento la situación de China. Todo ello bajo la limitación de páginas. Ahora los libros tienen que ser poco menos que un prospecto farmacéutico.

¿Es para todas las edades? ¿Cuándo se le ocurrió?
Sí, se puede leer partir de los 14 años. Se me ocurrió hace tres años con motivo de la comunión de la hija de un amigo a la que llamamos “Chinita”. Pensé que podía escribirle algo de ocho o nueve folios. Intenté que fuera un relato ligero y sin darme cuenta llegué a las 100 páginas. Se lo pasé a mi amigo Mero y hasta hoy. Lo que me planteé fue cómo escribirlo. Y entre tanto conocí a tres grandes contadores. Entonces quise relatarlo como se cuentan las historias, donde el narrador es un personaje más. Fue un reto porque hay ciertos aspectos como los gestos que no se pueden expresar. Y al final estoy a punto de publicar un segundo libro “Na fraga asolada”, que son historias que tienen como eje central Cecebre, el embalse y una taberna que hay allí muy peculiar. Yo cuando estoy en un bar estoy receptivo a todo.

¿Y qué lleva a la escritura de todo lo que escucha en los bares?
Intento escribir en gallego y con un lenguaje muy coloquial. Hay expresiones que no escuchas desde hace tiempo como cuando le oí a mi abuela decir que mi hermana no iba al río porque “lle viu a flor da carqueixa”. Es una perla. Después está toda nuestra bichería y eso de que “se non é troita, é peixe”. Tenemos un idioma muy rico y, en realidad, yo llegué a la música por las palabras. Para mí, las canciones tienen paisaje, sabor, color... Acabé cantando porque esos poemas que escribes a los 18, a mí me salían con música. Por el interés de sacar la tradición, llegué a la música medieval, un fenómeno único en Europa. Date cuenta que fuimos un pueblo que ya en el siglo XI hablábamos de consolodarores en las cantigas. Sin embargo, es un período que sigue siendo desconocido. Mendiño y Martín Codax se estudian de corrido.

¿En el apartado musical seguirá también alimentando a los oídos?
Tenemos material para cinco o seis discos por lo menos.

“En realidad, yo llegué a la música por las palabras”

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