As Rañas, el tercer vértice del triángulo del narcotráfico

La tranquilidad que siempre ha reinado en el lugar de As Rañas se ha visto alterada últimamente por las denuncias de varios vecinos que señalan que en las proximidades del núcleo chabolista que allí se encuentra, o en el poblado mismo, se está traficando. Los residentes de la zona han alertado a las autoridades de que cada vez son más los extraños que se acercan por la zona y fuentes de la Policía Nacional han confirmado que tienen fundadas sospechas de que alguien del lugar se dedica al menudeo, sobre todo de heroína y cocaína. 
De ser así, As Rañas se convertiría en el tercer vértice de un triángulo de puntos de venta de drogas formada por las viviendas de San José y Cances. “Los vemos pasar casi todos los días, por la mañana y por la tarde”, asegura una vecina, que afirma haber sido testigo de una intervención de la Policía Nacional en la zona. “Les revisaron el coche a unos chicos que iban por la carretera hacia O Birloque”, asegura. La actividad inusual comenzó a detectarse este mismo verano y las primeras denuncias comenzaron a llegar hace dos meses, pero las mismas fuentes de la Policía Nacional mantienen que no se ha llevado a cabo ningún operativo. 

por un sendero
Por otro lado, los visitantes no suelen acceder al poblado por su entrada principal, situada entre las vías del tren y la Tercera ronda, sino que prefieren acceder por una pista forestal situada  en un cota más elevada del monte. Los vecinos de As Rañas aseguran haber visto a varios jóvenes llegando al pie de la pista en coches. “Se detienen allí, uno baja del coche y el otro le espera”, asegura una mujer, señalando en sedero en cuestión, que se encuentra justo encima del poblado de As Rañas. 
Precisamente en esa zona, durante el mes de julio, se declararon varios incendios de poca entidad y que fueron sofocados por los bomberos municipales. Las autoridades sospechan ahora que fueron producidos por los clientes que acuden a ese supuesto punto de venta de estupefacientes, y que pudieron iniciarlo para tener un acceso más fácil por la zona alta del poblado, la que suelen visitar. “También hay quienes suben a pie. Suelen ser siempre los mismos, vemos a un chico que hace como que pasea un perro, pero viene aquí cuatro veces al día”, comenta una vecina. Este desfile de extraño en una zona del municipio aislada es lo que ha suscitado las sospechas que los vecinos han compartido con las autoridades.

en un "chabolo"
Como los residentes han observado el trasiego de estos individuos, conocen incluso el lugar donde consumen la droga. “No se la toman en el poblado –sostiene una señora– sino que bajan hacia la avenida de Arteixo, donde hay unos chabolos, y allí se pinchan”. La mayoría habla de oídas porque el lugar en cuestión es conocido por todos los residentes de la zona pero nadie se acerca allí.
Las infraviviendas se encuentra en las proximidades de la zona comercial de la carretera de Baños de Arteixo, y consiste en dos estructuras, una de las dos está ocupada y presenta, efectivamente, señales de que en ella se consume droga, como una gran cantidad de papel de plata (usado para fumar heroína) en el suelo. Una actividad que se desarrolla a escasos metros de donde la gente realiza a diario sus compras.

Las denuncias de los vecinos de As Rañas vienen a sumarse a las de los de Meicende y O Ventorrillo, que han puesto al corriente a las autoridades de los problemas que les supone la presencia de puntos de venta de droga dentro de sus barrios. El de las viviendas de San José es muy conocido, puesto que ya se traficaba en él cuando todavía existía el poblado de Penamoa. Situado en el punto más estrecho de la carretera que lleva a Meicende, lo forman varias casas ruinosas donde se han llevado a cabo a lo largo de los años varias actuaciones policiales que han tratado de acabar con el tráfico sin conseguirlo. A este punto se ha unido desde hace un tiempo una casa de Cances, en uno de los márgenes de la avenida de Finisterre.
“Son del mismo clan que los que controlan las viviendas de San José. A estas alturas ya nos conocemos todos, y ellos ya estaban cuando Penamoa”, asegura una residente. La asociación de vecinos puso al corriente a la Policía Nacional de lo que está ocurriendo en el lugar de Cances pero, por el momento, las autoridades no han actuado. Según los propios vecinos, el clan que se asienta allí tampoco paga la electricidad ni el agua: “Vinieron los de Emalcsa, buscando la conexión de las aguas para cerrarla, pero acabaron marchándose”. 
De lo que no les cabe duda a la asociación de vecinos es de que trafican. Una de las evidencias es una sospechosa furgoneta blanca que todos los días, mañana y tarde, sube hasta detenerse a pocos metros de la entrada (el  chalé se halla al final de un callejón  sin salida, donde es difícil maniobrar) y una vez allí, espera a alguien que entra, presumiblemente para recoger la droga.
Otro indicio es que los vecinos reconocen las caras de los individuos que suben en procesión la cuesta que lleva a la casa también eran clientes del antiguo supermercado de las drogas que fue el poblado de Penamoa.  

desde la alcaldía
Así que, según todos los indicios, el tráfico de drogas está creciendo en la ciudad. El propio alcalde, Xulio Ferreiro, reconoció hace poco haber recibido muchas quejas de la ciudadanía. En un acto público celebrado en el Ágora, declaró: “Somos conscientes dese problema e xa o fixemos saber a Delegación do Goberno e a Xefatura da Policía Nacional”. El primer edil explicó que el fenómeno “se da por toda a cidade e máis aló”. 
Hay asociaciones de ayuda a los drogodependientes que han notado sobre todo un repunte en el menudeo de heroína. Se trata sobre todo de barrios populares como Os Mallos, la Sagrada Familia, además de Agra do Orzán. Ante esta situación, lo único que puede hacer el Gobierno local es transmitir a la Delegación del Gobierno y a la Jefatura Superior de la Policía Nacional las quejas de los vecinos que ven cómo, día a día, la situación empeora.