La Policía Nacional blinda el barrio de A Zapateira durante el fin de semana

Después de varios días poniendo en tela de juicio el dispositivo de seguridad que les protegía ante nuevos robos, los vecinos de A Zapateira se han encontrado este fin de semana con un verdadero despliegue policial que por fin les ha proporcionado la seguridad deseada. “Dudo que esta vez tengamos robos. Los ladrones tendrían que ser muy atrevidos para intentarlo”, comentó el presidente de la asociación de vecinos, Juan Manuel Sánchez-Albornoz.  
Los residentes del barrio, que ha sido azotado por una ola de robos en domicilios desde diciembre, se pasaron toda la semana atisbando por las ventanas en busca de coches sospechosos de transportar a los ladrones que han entrado a robar en varios pisos llevándose todo el oro y las joyas que pudieron encontrar. La última vez, en la calle Oslo, de donde consiguieron llevarse un botín de un valor aproximado en 10.000 euros.
La Delegación y la Subdelegación del Gobierno ya habían anunciado un incremento en el número de patrullas, asegurando que se trata del procedimiento habitual, pero lo cierto es que los vecinos, inquietos por la oleada de delitos, aseguraban que o se notaba ese incremento de la vigilancia. No fue hasta el jueves cuando comenzó a hacerse evidente la presencia de las patrullas de la Policía Nacional.

en movimiento
Y es que, aunque también hay patrullas de los cuerpos municipales, es el 091 el que lleva el peso de la vigilancia. “No están mucho en ningún punto: cada treinta minutos se mueven”, explica Sánchez-Albornoz, que está en contacto permanente con sus vecinos a través de mensajes de móvil. De esta manera, las patrullas cubren los accesos del barrio que aglutina varias urbanizaciones en los municipios de A Coruña, Arteixo y Culleredo.
Sin embargo, todavía no se ha producido ninguna detención; a pesar de que algunos testigos había destacado la presencia de un hombre y dos mujeres en un coche, los detalles varían mucho. La ola de robos en A Zapateira ha convulsionado el barrio, llegando a producir una verdadera psicosis por la seguridad en un entorno que hasta ahora, se consideraba muy tranquilo. Tanto, que las viviendas situadas en los bajos ni siquiera contaban con barrotes en las ventanas, circunstancia que aprovecharon los delincuentes para colarse en las casas, a veces con residentes en su interior.
Aunque no ha habido ningún herido, lo cierto es que los vecinos han comenzado a instalar alarmas, aprovechando que muchos de esos edificios ya cuentan con la preinstalación. Los carteles cuelgan de los tablones de aviso alertando a los residentes que cierren bien puertas y ventanas y pidiendo que no dejen entrar a desconocidos. Algunos vecinos, incluso, hablan ya de comprarse perros para soltarlos en los jardines que rodean las casas, muchas de ellas bloques de tres o cuatro pisos de altura con bajos con jardín.
En cuanto a la vigilancia privada, es una medida que a muchos les gustaría adoptar, aunque solo es posible en urbanizaciones cerradas por motivos legales. Sánchez-Albornoz sostiene que es la Policía la que debe proporcionar seguridad.