El poblado que aún conserva la ciudad

El poblado que aún conserva la ciudad
16 julio 2013 portada A Coruña.- Tras el intento de derribo de una de las naves del entorno de la conservera Celta, y ante la negativa de los chabolistas que viven allí de salir del poblado, el Ayuntamiento cree que la única opci&oacu

Por la Conservera Celta parece que no pasa el tiempo, ni los gobiernos municipales: las chabolas siguen en los terrenos rodeados de escombros a la orilla de la ría de O Burgo y poca gente se acuerda de ella. Solo un escándalo como el presunto secuestro de ancianos por parte de un gitano portugués que reside o había residido en el poblado ha podido ponerla de nuevo de actualidad. Nadie lo sabe mejor que Juan Aradas, voluntario de Arquitecto Sin Fronteras, que lleva ocho años trabajando con los poblados chabolistas y que asegura que el número de habitantes de A Pasaxe sigue siendo el mismo que cuando llegó el PP al poder: algo menos de 150 personas.
Esto contradice las estadísticas oficiales esgrimidas por el concejal de Servicios Sociales, Miguel Lorenzo, que siempre ha insistido en que la reinserción social de estas familias es lenta y que nunca pondría plazos. Según Lorenzo, durante este mandato han abandonado las chabolas 21 familias con distintos apoyos, pero quedan otras 40 dentro, de las que 29 son susceptibles de recibir apoyos. Otras once recibieron subvenciones pero regresaron a sus infraviviendas, incapaces de adaptarse.
Aradas habla de 15 familias, una de las cuales encontró una nueva vivienda gracias a Arquitectos sin Fronteras, que ayudó a la mitad de las 14 restantes en el proceso. Pero lo cierto es en A Pasaxe todo resulta confuso: los bulos arraigan bien entre escombros y basuras, en una población que es una mezcla de portuguesa y española, paya y gitana. Unos apuntan a que el poblado vive del furtivismo, otros de la chatarra, de las drogas... Y ahora, con la actualidad del detenido por secuestrar a un indigente para obligarle a trabajar y quitarle la pensión, los chabolistas son secuestradores. “Se lo dicen a los niños en el colegio, que tienen encerrada a gente, que les chupan la sangre”, dice Aradas, que lamenta que se esté criminalizando el poblado, donde nunca se ha vendido droga.
En realidad, y dejando a un lado los casos particulares, la mayor parte del poblado vive de la paga social, la Risga, y de algún pequeño trabajo que les va saliendo. El presunto secuestrador, por ejemplo, vende globos en la plaza de María Pita.  Ése es el principal problema: la inserción laboral que el propio Aradas, que ha dirigido algunas iniciativas como la de Mulleres Colleiteiras, reconoce que es muy difícil de conseguir. “La gente tiene muy pocas expectativas laborales, y si es así, da igual que esté dentro o fuera, van a seguir colgado de las subvenciones, como les pasa a los de Penamoa”, critica. Las posibilidades que hay de que la gente salga de ahí son muy limitadas y el único intento de expulsarles por la fuerza de la ley, para poder demoler la nave que amenaza ruina, acabó paralizado en su juzgado. Pero Aradas asegura que se puede conseguir si el Ayuntamiento destina más recursos que los actuales, que califica de mínimos: “Le pido al concejal Miguel Lorenzo que comience a trabajar, aunque solo le queden tres meses”.

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