De partidos políticos y partidos “rachados”

Según el diccionario, un partido político es un “conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o causa”. Veamos cuáles son las opciones para las próximas elecciones gallegas.
El PSdeG, que ya venía de un vía crucis de secretarios generales, se partió en dos, como las aguas del Mar Rojo al paso de Moisés, en las primarias entre los proclives a pactar a posteriori con En Marea y los que defienden guardar distancias con el populismo. Ganaron los primeros con un candidato que en su día militó en el BNG. El show ha tenido continuidad con la composición de las listas (modificadas por Leiceaga a su antojo con la complicidad de Ferraz), que escocieron en Pontevedra y en Ourense, y también en otras localidades, aunque con menos estruendo. El cisma interno ha alcanzado esta semana su apoteosis en Vigo, con Abel Caballero haciendo un sonoro desplante a su teórico candidato, Leiceaga, quien montó un acto al que no acudió la agrupación local socialista, la presidida por el alcalde, ese que piensa que las mareas que gobiernan Galicia son “una calamidad”. Por tanto, el PSOE gallego es en estos momentos un partido, pero no político: es un partido rachado, dividido.
Vayamos con En Marea, que en realidad agrupa, básicamente, a EU (o sea, comunistas y allegados), Anova (o sea, una escisión del BNG), Cerna (o sea, una escisión de la escisión del BNG), Podemos (dividido en facciones, beligerantes unas con las otras) y, según el recuento de Feijóo, 42 mareas, con la coruñesa a la cabeza. Como era de esperar con tanto batiburrillo de “xente”, el proceso de composición de sus listas sido un espectáculo pirotécnico. De los buenos, no de los “light” que monta en fiestas la Marea coruñesa para no molestar a los pajaritos. Desde hace varios días, tienen a su candidato designado a dedo, Luís Villares (quien como Leiceaga procede del BNG), proclamando que están muy unidos, como si la gente se fuese a creer que una hemorragia masiva se pudiese cerrar en un día con una tirita y un poquito de Betadine. Su discurso disney se lo ha venido a truncar de forma brutal Podemos por partida doble: por un lado, con militantes pidiendo el voto nulo o para el BNG, y, por otro, con la revelación de que (así lo han publicado varios medios) la diputada podemita Ángela Rodríguez llamó “puta coja” en un chat interno a su líder en Galicia, Carmen Santos. Para más inri, Rodríguez (que se hace llamar Pam) había sido secretaria de Coordinación, Feminismos y Diversidades (pomposo nombre) en Podemos Galicia, con lo que estas cuestiones, en teoría, le tenían que sensibilizar especialmente. Es cierto que el chat es de hace meses, y que entonces no ocupaban los cargos que tienen ahora, pero nos revela que los de Podemos juegan entre sus cuadros al “pim, pam, pum”. Y revela algo más grave: si entre ellos se insultan de este modo, da pánico pensar qué es lo que piensan de los votantes de otros partidos. Mucha exaltación de la diversidad, mucho lenguaje inclusivo, pero su comportamiento interno muestra que todas estas proclamas son maquillaje político. Porque no es el primer caso: ahí está ese tuit que, según OK Diario, Pablo Iglesias dedicó a Mariló Montero, soñando con azotarla hasta que sangrase. Puro feminismo empoderado.
En la cuarta posición de la parrilla gallega está el BNG, que más que un partido es un bloque monolítico: la UPG.
Y, por último, tenemos a Ciudadanos, embrionario en Galicia. Tiene un proyecto global para España y concreto para Cataluña, y parece tener las cosas más o menos claras en País Vasco, Navarra, Andalucía, Madrid y otras latitudes, pero carece de un proyecto propio para la comunidad gallega, y de mandos solventes para, de tenerlo, llevarlo a cabo. Tiene su gente, sus afiliados, pero, al estilo Marea, muchos vienen de otro partido, en este caso el casi extinto UPD. Para su poca implantación sorprende ya la enorme cantidad de líos internos que ha acumulado. Estamos, pues, ante otro partido rachado y que, además, no deja de ser una sucursal en Galicia de Madrid y Barcelona. 
Así las cosas, volvemos al principio. A las próximas elecciones gallegas parece que solo se presenta un partido político: el que gobierna. Enfrente habrá una pequeña sucursal ciudadana, un bloque monolítico y dos partidos rotos en facciones. Estos tres últimos aspiran a formar un multipartito para gobernar la Xunta. A la vista de sus líos internos, la pregunta que se hacen muchos gallegos ya no es si están preparados para gobernar: es simplemente si están capacitados para hacer oposición. Oposición externa. Con la interna no hay duda: la bordan.
 

De partidos políticos y partidos “rachados”

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