La obra más importante del siglo XVIII

La obra más importante del siglo XVIII
Paño que se conserva del acueducto de los Puentes

Sin lugar a dudas, la obra esencial en la vida de los coruñeses en el siglo XVIII fue la construcción del acueducto de los Puentes. Nace esta importante obra hidráulica con el fin de traer el agua de San Pedro de Visma hasta las fuentes de la ciudad. Se eleva por encima de la cota del terreno y su finalización queda a la altura de la muralla de la torre de arriba de la fortificación que cerraba la Pescadería, en lo que hoy es la calle de Juana de Vega y próxima a la actual plaza de Pontevedra. El agua pasaba por los regatos de barro que se alojaban sobre los muros hechos de mampostería en su parte superior.
Este proyecto se hace bajo la dirección del ingeniero militar Francisco Montaigú, y en ella colaboran Francisco de Velasco y Fernando Casas Novoa. Se lleva a cabo entre los años de 1722 y 1726, siendo una de las obras urbanas más importantes de Galicia en el siglo XVIII. Viene a ser la primera traída de aguas en importancia con la cual se abastecería la población de La Coruña, siendo también la única de su género que se conserva en la región. Su recorrido se puede observar en el paraje denominado en la actualidad del paseo de los Puentes.

recorrido
El 16 de diciembre de 1750 el Ingeniero Francisco de Llobet hace un plano específico acerca de cómo debía quedar la disposición de la obra de la cañería de la traída de aguas a esta ciudad, a fin de salvar la bajada y subida que hace en el foso del Frente de la Pescadería, a fin de que no sirviera de obstáculo a la misma fortificación. Dicho acueducto atravesaba San Pedro de Visma y Santa Margarita, llevando el agua desde los manantiales a la Pescadería. Así, el agua discurría por la parte superior del acueducto, que contaba con unas divisiones de piedra de tramo en tramo, que sobresalían a ambos lados y se cerraban con una puerta de reja de hierro que daban acceso al cauce y tenía por objeto el saneamiento de las aguas que por él pasaban. El viaje del manantial de San Pedro finalizaba después de pasar la muralla, en la antigua fuente de San Andrés. Para los coruñeses siempre será recordado por este místico nombre.
La obra se hizo de modo que salvaba el sinuoso terreno del entorno vadeando la colina donde se encontraba hasta hace poco tiempo el Observatorio Meteorológico. Los manantiales de San Pedro de Visma abastecieron de agua a la ciudad desde 1723 a 1966, en que la Traída de Aguas de La Coruña se hizo cargo del servicio de las fuentes.
Hoy se pueden ver pequeños restos del acueducto en la parte baja del Observatorio, en su confluencia con la avenida de Peruleiro. Cruzaba la ronda de Nelle, pasando por el actual paseo de los Puentes, atravesaba el lugar de Paio Mouro, entre Fernando Macías y la avenida de Finisterre, se metía por el callejón de Cristales y terminaba en Juana de Vega.
Aquel caudal de agua se veía reforzado por las aguas que se traían de los manantiales de Vioño para abastecimiento de la ciudad. Durante su recorrido, el acueducto contaba con amplias arcadas, cuyo objetivo era permitir el paso bajo las mismas a las personas y sus caravanas que estuvieran en tránsito o salieran de la ciudad.
Este acueducto acababa al pie de la misma muralla de la Pescadería, cerca de la puerta de la Torre de Arriba, próxima al Instituto Eusebio da Guarda. Al tiempo, las aguas que procedían de Vioño se conectaban a la red de la traída del siglo XVIII en la arqueta situada en el Campo de Carballo (el entorno de plaza de Lugo).
En 1872, debido al desarrollo urbanístico de La Coruña se inicia la demolición del acueducto. Por suerte con el correr del tiempo quedó para la memoria de la ciudad un buen lienzo de aquel acueducto. Una obra magna, si se tiene en cuenta las limitaciones de la época.
Por su parte, el manantial de los Frailes y la arqueta de la Braña estaban situados en la parroquia de San Pedro de Visma, en el ayuntamiento de Oza. Se trata de dos de los manantiales principales de donde se surtió de agua La Coruña hasta 1966 y lo venía haciendo desde el año 1723 de forma continuada, situado en el entorno de la Gramela.
Este manantial de los Frailes es el único que pervive, después de haberse liquidado el de la Braña sin consideración alguna. El nombre viene del hábito de los frailes de acudir allí a hacer sus necesidades de aseo.
Tiene una hermosa bóveda de cañón totalmente de cantería y se sitúa en el camino de la Gramela, que conduce hasta aquel lugar y muestra síntomas de abandono. Su bóveda en el interior permanece intacta a simple vista desde el exterior, como si el tiempo no hubiese transcurrido; su piedra aparece limpia y blanquecina, al igual que el agua que mana de su interior. Los bancos situados a izquierda y derecha de la base de la bóveda se usaban para la limpieza del caudal de agua y la entrada contaba con una puerta de hierro que desaparece en 2010.
Se trata de un manantial y conjunto de bóveda que posiblemente sea único en Galicia, tanto por su longitud como por su envergadura y máxime cuando este manantial es la memoria de la propia ciudad coruñesa en cuanto al suministro del agua por más de 240 años de los algo más de 290 años de su existencia.
Solo falta que aquel entorno se acondicione para hacer justicia a la historia del viaje de las aguas a La Coruña.

La obra más importante del siglo XVIII

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