La memoria colectiva que se abandonó a su suerte

La memoria colectiva que se abandonó a su suerte
El Corralón ya presentaba un importante deterioro en el año 2002 pero la estructura todavía era susceptible de salvarse del derrumbe

La desidia y la desgana dejaron morir el antiguo Corralón de A Gaiteira. Hubo un tiempo en el que era un ir y venir de niños de todo el barrio que jugaban en su patio central pero “o constructor que mercou o terreo deixou deteriorar todo ata que quedou en ruinas para poder tiralo e construir nel”. Pero la historia que cuenta el presidente de la Asociación de Veciños Oza-Gaiteira-Os Castros, Paulo Sexto Gantes, quedó a medias, porque la crisis dio al traste con los planes de edificación y, ocho años después de la demolición, el solar acumula escombros y ratas.
“Esta situación débese á especulación urbanística”, afirma Sexto, que hoy le pide al Ayuntamiento que “negocie co dono unha cesión temporal ou que permute o espazo para crear un parque para a veciñanza”. La demanda de una mejora es palpable con solo darse una vuelta por la zona, en la que los propios vecinos se acercan a él para pedirle que interceda ante el gobierno municipal.

hoy tendría uso social
Sexto cuenta que hace tiempo que la agrupación le entregó al ejecutivo local un proyecto para la zona en la que incluye bancos, juegos para niños y un campo de fútbol. Es lo que queda, después de que ni las protestas ciudadanas lograran parar el deterioro de un patrimonio de la memoria colectiva como era el Corralón.
“Era o noso patrimonio cultural e foi un erro tiralo porque hoxe podería ter unha utilidade social”, defiende, y la mayoría le dan la razón. “Que esto esté así es una vergüenza porque yo nací ahí y mi familia vivió ahí; recuerdo que había un camino medio asfaltado, medio de piedra y que los niños de esas casas y del resto del barrio jugábamos en el patio interior”, rememora Isabel Álvarez.
La vecina echa la vista atrás para regresar a los días en que ella y sus amigos sumaban maderos para la hoguera de San Juan dentro de la corrala. El aspecto de algo que fue muy bonito en su época y casi único en la ciudad es, para otros, “un atentado estético”. “Os donos de pisos e solares baleiros coma este deberían pagar un imposto especial”, reclama un ciudadano.
Cuando no hay pan, buenas son tortas, suele decirse y es la filosofía que tienen muchos negocios del entorno, que han dado el visto bueno al plan ideado por la asociación vecinal. “Sería muy positivo hacer algo, al menos un jardín, porque es un terreno enorme”, propone Emilio Cea, del bar A Cova do Trasno.
El cambio podría ser bueno para un tejido comercial y hostelero muy afectado por la obra de la calle de A Gaiteira y que ve el peligro de que los niños entren en el solar una vez que esos trabajos supusieron la retirada de las vallas que lo aislaban.
Ver fotos del ayer y comparar con las imágenes que quedan en la retina hoy traumatiza el recuerdo que tienen vecinos y otros coruñeses que frecuentaron mucho la zona.
Por la calle aparece José Antonio Pérez, que de eso sabe algo. “Hay que arreglarlo”, insiste Pérez, que a sus 71 años también pide para los mayores un “parquecito” en otra finca abandonada de la calle de San Diego.

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