La manifestación de los vecinos de San Vicente de Elviña se salda con dos heridos

La manifestación de los vecinos de San Vicente de Elviña se salda con dos heridos
Los agentes de la Policía intervinieron cuando los manifestantes se saltó un vallado quintana

La protesta vecinal que acompañó el desalojo concentró a 200 personas y se saldó con dos heridos por una intervención policial. Pero el día en San Vicente de Elviña comenzó muy pronto: a las seis menos cuarto de la mañana. A esa hora todavía era noche cerrada en un paraje que es todavía un pueblo, emparedado entre Alfonso Molina y la Universidad. Los activistas de Stop Desahucios lanzaron unos cohetes cuyo estallido anunció la aparición de los primeros agentes de Policía Local, que comenzaron la labor de cortar las calles que daban acceso y pocos minutos después, las campanas de la iglesia de Elviña tocaban a rebato.
En ese momento, había muy poca gente en la calle. Apenas un puñado de vecinos, afectados también por las expropiaciones del Parque Ofimático, pero poco a poco, comenzó a llenarse de  vecinos de la zona, a los que no se les permitió entrar en la calle de Lamelas, donde se encontraba la vivienda. Algunos simpatizantes de Stop Desahucios trataron de colarse por entre las casas, pero  pocos lo consiguieron.
Durante las siguientes dos horas, siguieron viniendo refuerzos policiales, a medida que la cercanía del amanecer aumentaba la sensación de frío. Los vecinos, sin embargo, se iban calentando. “¡Sinvergüenzas!”, gritaba una mujer a los policías que formaban el cordón. De vez en cuando se oía a través del megáfono la consigna “Elviña non se vende, Elviña se defende!”
 Alrededor de las nueve de la mañana, un grueso muro formado por furgones de antidisturbios impedía la visión de lo que ocurría a los conductores que circulaban por Alfonso Molina a pesar de lo cual, la circulación se resintió cuando ralentizaban la marcha para tratar de distinguir lo que estaba ocurriendo. Y de hecho, la normalidad en el tráfico no se recobró hasta bien entrada la tarde.
 
Intervención policial
Pero fue precisamente a las nueve de la mañana cuando se vivieron los momentos de mayor tensión, en el momento el que hicieron acto de presencia la excavadora, varios obreros y técnicos así como las funcionarias municipales portadoras de la orden de desalojo. Y en ese momento, un grupo de manifestantes irrumpieron en un terreno vallado que se encontraba justo enfrente del hogar de Álvaro Corral, del que le separa solo una alambrada. Varios agentes antidisturbios  se lanzaron a contener la estampida y propinaron varios golpes con las porras hiriendo a dos personas, una de las cuales tuvo que ser atendida de una herida en el ojo.
Tras controlar la situación  tuvo lugar el asalto. Pasaron unos minutos de incertidumbre y arreciaron los gritos de la multitud, que estalló en aplausos cuando aparecieron los activistas en el tejado.
Tres horas resistieron, animados por el público y los pitidos de los conductores. Mientras tanto, los antidisturbios obligaron a desalojar el campo vallado a pesar de la insistencia de la dueña, que daba permiso para estar en su propiedad a los manifestantes pero no a la Policía.
Pero aquellas alturas, la partida estaba decidida: los agentes municipales conseguían convencer a los manifestantes que bajaran del tejado, cosa que hicieron entre aplausos. También salía Corral y su hijo de 16 años, llevando en la mano la última pertenencia que les quedaba: una jaula de periquitos. Era la una menos cuarto de la mañana, y las campanas volvieron a repicar, esta vez anunciando el fin de la resistencia.

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