El lugar que el saber sí ocupa en la ciudad

El lugar que el saber sí ocupa en la ciudad
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Básicamente hay dos cosas necesarias para el desarrollo científico. La primera es una mente inquieta y quizá algo obsesiva, lo suficiente para no rendirse ante la tarea que supone ante el frustrante ciclo de ensayo y error. La otra es la necesidad que solventar un problema inasequible a los medios convencionales. Pero en el XIX Día de la Ciencia en la Calle han preferido sustituir la necesidad por la pura diversión, con el resultado que para los cientos de escolares que acudieron al parque de Santa Margarita, la de ayer fue una jornada aún más lúdica que didáctica.
Como es tradicional, en muchas de las jaimas dispuestas alrededor de la Casa de las Ciencias, participaban escolares de los centros educativos coruñeses, 29 en total pero también estaban presentes organismos eminentemente científicos, como el Instituto de Investigación Biomédica (Inibic) cuyas encargadas explicaban con paciencia a niños que en muchos casos no llegan a diez años conceptos tan avanzados como la genómica o la proteónica. “Tratamos de achegar o que facemos á sociedad e explicarlles o importante que é avanzar no coñecemento das efermidades como o reuma ou o cáncer”, explicaron. Aunque más allá del interés divulgativo, está la secreta esperanza de que la curiosidad que despiertan en los niños se conviertan en pasión. “El mundo necesita ciencia, y la ciencia necestia científicos”, apuntó Eva Poveda, del Inibic. Y uno nunca sabe a dónde puede llegar.

pasión
Al otro lado de la Casa de las Ciencias, bajo sus soportales, los miembros de la asociación Bricolabs daban una prueba empírica de ello, mostrando en sus mesas toda clase de aparatos artesanales, desde impresoras 3D hasta un mecanismo que manejaba por control remoto un telesketch que reproducía una imagen transmitida via iphone: el perfil de la Casa de las Ciencias.
“Todavía no está terminado”, se disculpó su autor, un ingeniero recién salido de la Facultad. Había montado el telesketch sobre un bastidor basculante de madera para que se pudiera borrar el dibujo, pero tenía que hacerse de forma manual. Eso sí: al girar se podía leer un mensaje: el borrado está en proceso. Al lado de este aparato, una niña contemplaba fascinada una impresora 3D que fabricaba un arroba de plástico perfecto. También había sido creada de forma artesanal. “Somos una asociación de hardware libre, lo que quiere decir que todo el mundo puede acceder a nuestros diseños”, explican desde la asociación.
Ya es el segundo año que Bricolabs participa en esta feria científica (se fundó hace un año y medio) y se han convertido en uno de su mejores exponentes.
Pero también los escolares demostraron ayer una gran cantidad de ingenio. Como los del colegio Ramón Otero Pedrayo, cuyas mesas estaban literalmente cubiertas de máquinas a escala que mostraban ejemplos de cómo se transforma el movimiento de lineal a circular o basculante. “Este por ejemplo, reproduce la mecánica de una locomotora, vemos como de lineal se convierte a circular o esta maqueta de molino, en la que las ruedas horizontales acaban generando un movimiento vertical”, explica Francisco, un alumno aventajado.
Y en el puesto del colegio Karbo la ciencia tomaba un giro naturalista, porque la mayor parte de su exposición giraba en torno a las vacas. De hecho, los niños se amontonaban en torno a una maqueta a tamaño natural del bovino para poder ordeñar las ubres de goma. “Primero tienen que tocar el cencerro para avisar de que van a ordeñarla, luego se sientan y nosotros les enseñamos cómo hacerlo”, explicó la monitora, que confesó que la actividad tenía mucho éxito y la mejor prueba era que el animal ya daba la leche tan clara como el agua.
La jornada de ayer demostró que, en contra de lo que se suele decir, la ciencia sí ocupa un lugar, y en él hay espacio para todo el mundo. El alcalde, Carlos Negreira, que paseó por entre los puestos, agradeció a la Asociación de Amigos de la Casa de las Ciencias la organización. En cuanto a él, aseguró que su disciplina favorita es la física cuántica porque “nos hace soñar y mirar hacia el futuro”. Lo cual no es poco cuando se trata de alguien tan pragmático como un político.

El lugar que el saber sí ocupa en la ciudad

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