Los últimos chabolistas de Penamoa deberán desalojar el poblado antes del 23 de febrero

Los últimos chabolistas de Penamoa deberán desalojar el poblado antes del 23 de febrero

El durante tanto tiempo demorado final de Penamoa ya tiene fecha: será el 23 del próximo mes. Así figura en los papeles que funcionarios de los juzgados llevaron a los chabolistas que aún resisten en un margen de la Tercera Ronda. De media docena, por lo menos cinco, conocidas como las de \“los portugueses\” han recibido las notificaciones que les anuncian que tendrán que marcharse el próximo mes de los que han sido sus hogares durante años. Las autoridades esperaban desde hacía tiempo que los juzgados dieran el último paso para la desaparición definitiva del que en su día fue considerado como el supermercado de las drogas del noroeste, y que ahora son nada más que un puñado de infraviviendas levantadas sobre terreno público.

Solo uno de los habitantes, que también pasa por ser el más antiguo, se ha librado de recibir la orden del juzgado. Se trata de Eliseo, que asegura haberse instalado en este monte antes de la llegada colonizadora de los vecinos de A Cubela, expulsados de sus antiguas viviendas por la presión urbanística que llevaría a levantar un centro comercial donde antes se encontraban sus casas. El por entonces alcalde, Francisco Vázquez, les había indicado Penamoa como un emplazamiento temporal donde instalarse.

Tan solo falta una familia por recibir la orden de desalojo de manos de los funcionarios del juzgado

Cuando llegaron, Eliseo estaba allí para recibirles, así que su abogado decidió apelar a los más de treinta años que llevaba establecido para exigir derechos de propiedad sobre el terreno que, si bien no le permitirían quedarse, quizá sí marcharse en mejores condiciones. Sin embargo, fuentes municipales señalan que no es posible acogerse a esta figura legal porque los terrenos sobre los que se levanta la infravivienda de Eliseo (una de las más grandes) es de titularidad pública, y no privada.

Desde junio > La llegada de las órdenes de desalojo, y con ellas las demoliciones bajo la vigilancia de las autoridades, se habían paralizado tras el derribo de dos galpones en junio del año pasado. En aquel entonces, el PP acababa de ganar las elecciones, pero no fue Miguel Lorenzo, el actual concejal de Servicios Sociales, la que anunciara este último derribo, sino su antecesora, la socialista Silvia Longueira. El bipartito había abandonado María Pita con diez familias en el poblado y ocho chabolas aún por derribar.

Durante seis meses de mandato, el grupo municipal popular siempre ha tratado de mantener las distancias con respecto a Penamoa, evitando involucrarse en las polémicas que suscitaba. Ni siquiera las continuas protestas de la plataforma vecinal Ventorrillo Desmantelamiento Penamoa movieron sacaron a Negreira de su postura, que no era otra que la de que la desaparición de Penamoa estaba únicamente en manos de los tribunales.

La presidenta de la asociación de vecinos de O Ventorrillo, Rosa Barreiro, recuerda que \“hubo una época en que las demoliciones avanzaban a buen ritmo, pero luego, de repente, hubo un parón. Se ralentizó todo y hasta ahora no había novedades\”. Barreiro se mostró segura de que si alguien, como es el caso de Eliseo, no había recibido la orden, \“lo recibiría en breve\”. Unos días no es un período de espera muy largo para ver la desaparición de núcleo chabolista. El comienzo del proceso se anunció en 2006 y no pudo ser concluido tras cinco años.

Para despejar el espacio para la Tercera Ronda, en los últimos cuatro años se derribaron 146 chabolas, liberando el 80% del terreno, y realojar a 79 familias de etnia gitana como parte del llamado Plan Especial de Penamoa, muy criticado por algunas ONG porque se discriminaba a algunos chabolistas y porque se derrochaban fondos públicos con un programa deficiente. Hasta se recriminaba la forma en la que se derribaban las chabolas, porque los trabajos se hacían sin que una empresa especializada recogiera la uralita, que es un material cancerígeno. Pero ahora el final de Penamoa, aunque quizá no de la polémica, parece inminente. \“Ya no hay marcha atrás\”, afirma Barreiro.

Los últimos chabolistas de Penamoa deberán desalojar el poblado antes del 23 de febrero

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