La lluvia y los siniestros convierten Alfonso Molina en un atolladero

La lluvia y los siniestros convierten Alfonso Molina en un atolladero
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El tráfico de la ciudad estuvo ayer muy cerca del colapso total. Las obras que se están llevando a cabo en distintos puntos, los accidentes, la lluvia intermitente, y el flujo de vehículos en dirección salida propio del viernes conspiraron para convertir Alfonso Molina en un atolladero para los conductores que trataban de salir para disfrutar del fin de semana fuera de la ciudad.
Precisamente fueron dos siniestros sin importancia en sí mismos y que tuvieron lugar casi simultáneamente los que acabaron por convertir la circulación Alfonso Molina en un imposible. La Policía Local sitúa ambos accidentes alrededor de las cinco menos cuarto de la tarde. El primero fue un alcance a la altura de Las Pajaritas, en la que no hubo heridos y que no requirió la actuación del 092.
El siguiente fue una avería: el motor de un vehículo se paró cuando circulaba también en dirección salida a la altura de Carrefour, así que tuvo que ser empujado hasta la cuneta.  Hora antes, alrededor de las dos de la tarde, había tenido lugar una salida de vía de un turismo que se incorporaba a Alfonso Molina  a la altura de Vilaboa. El vehículo había acabado destrozado en el arcén, y la Guardia Civil había tenido que gestionar el tráfico.
Pero los mejores esfuerzos de los guardias de tráfico no podían hacer nada para conseguir que la circulación, que había comenzado a torcerse durante la mañana en zonas como San Andrés o la plaza de Pontevedra, fuera más fluida, porque los coruñeses no renuncian a sus vehículos cuando llueve. No fue hasta bien entrada la noche cuando el tráfico se aligeró en Alfonso Molina, aunque siguió siendo muy intensa en el centro.

La lluvia y los siniestros convierten Alfonso Molina en un atolladero

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