El Kiosco Alfonso cierra la primera exposición de Chillida en la ciudad

El Kiosco Alfonso cierra la primera exposición de Chillida en la ciudad
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Con un recorrido explicado se cerraba ayer al público la exposición “Preguntas”, de Eduardo Chillido, en el Kiosco Alfonso, que suponía el traslado por primera vez a la ciudad de las piezas de un escultor que siempre colocó interrogantes a su proceso artístico.
Es por eso que su hijo y también comisario de la muestra, Ignacio, tituló así al conjunto. En ese intento de encontrar las respuestas a cuestiones que él se planteaba, las esculturas de alabastro, que le servía para jugar con la luz, de hierro y tierra chamota iban más allá de su función expositiva.
Los visitantes pudieron conocer algunas de las creaciones que convirtieron al vasco en referente para completar la visión con  28 grabados, de todas las épocas y que hablaron de la importancia de su faceta gráfica dentro del todo. Además, en la exposición se incluyeron sus libros como el que homenajeaba a Bach y al que le dedicó un saludo en 1997: “Saludo moderno como las olas, antiguo como la mar, siempre nunca diferente, pero nunca siempre igual”. Entre todos, sumaban 110 ejemplos de investigación.
En este sentido, su hijo aseguraba que Chillida nunca duplicó una escultura, pero sí se dejó llevar por las series que eran como espirales porque “iban y volvían”. Entre ellas, los coruñeses contemplaron la número 7 del “Peine del viento”, una idea que comenzó a pasearse por su cabeza en 1952 y que no dejó de hacerlo hasta el 2000. En los 60, les puso un soporte porque ya de aquellas sabía que su creación que peinaba el viento tenía que estar en medio del mar. Sobre una roca.
En el paseo por la trayectoria del artista, los curiosos comprobaron el factor riesgo. La intención de Chillida por seguir buscando y la profundidad con la que barnizaba su obra.

inquietudes
Sus inquietudes se deslizaron por el hierro a la vez que las manos, muy protagonistas a lo largo de su carrera. Contaba su hijo que siempre le obsesionaron las sombras que dibujan los dedos.
Chillida plasmó interrogantes en un libro que copublicó con Heidegger. Las volvió a repetir en el discurso que dio cuando lo nombraron miembro honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1994 y también en una segunda publicación con La Fábrica. Aunque la mayoría no tenían contestación, él se las hacía una y otra vez. Muchas de ellas sirvieron para introducir el material que aterrizó en la ciudad. Para intentar que el espectador se acercara a Chillida no solo a través de sus criaturas. También por medio de sus pensamientos.
De ahí que “Preguntas” se completara con visitas guiadas donde los guías aproximaron a los participantes al que perdió visión con los años, pero ganó en percepción. Por esta razón, era el único que permanecía tranquilo cuando paraban las máquinas en las fábricas donde se parían la base de sus esculturas.
A la vez, se organizaron talleres. Que se inspiraron en la letra que acompañó a las piezas. Para dar un paso más e indagar sobre el artista. En este aspecto, Ignacio explicaba que había elegido esculturas de formato medio para que los visitantes las pudieran contemplar bien. Que fueran abarcables a la mirada. La que verá en los próximos días a un conjunto de artistas dando su versión de “La modelo en el taller”, de Picasso, donde la Fundación Jove aportará su granito de arena al año del genio. 

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