Itxu Díaz planea en “Yo maté a un gurú de Internet” la huida del ser humano

Itxu Díaz planea en “Yo maté a un gurú de Internet” la huida del ser humano
El escritor habla esta tarde en la plaza de Lugo de su cuarta publicación

 Itxu Díaz asume el papel de impostor en su cuarto libro, “Yo maté a un gurú de Internet (cuando trataba de explicarme cómo programar la lavadora)”, publicado por la editorial Ciudadela, porque si bien invita a sus lectores a volver a la cueva y a revelarse contra la tecnología, él no lo hace. Es más, confiesa tener dependencia a cierto tipo de aparatos.

El escritor coruñés presenta hoy en Fnac su nueva publicación, en la que dice vengarse de los fabricantes para desplegar un manual de reparaciones urgentes donde lo único verdaderamente infalible es el lanzamiento por la ventana. Para Díaz, esta es la condena más merecida, sobre todo, para aquellos electrodomésticos que tienen la manía de autoprogramarse sin que nadie los llame a la fiesta para emitir pitidos durante horas. Hasta provocar jaqueca. En concreto, el autor cuenta que le guarda un especial rencor a la campana extractora porque se cree más inteligente que él. Además de autónoma. Dice que su enemiga se las da de independiente y va por libre.

Es por eso que ambos han tenidos numerosas discusiones en la elaboración de este manifiesto, al igual que con el robot aspiradora. Que un día apareció en el pasillo de su casa para hacerle la vida imposible. Porque lejos de lo que piensa la gente, que este aparato funciona mientras uno se toma una cerveza, la realidad es que el robot aspiradora en cuestión obliga a tener un gran control sobre el mismo.

En definitiva, el coruñés afirma que todo este arsenal de máquinas con enchufe hace aumentar las posibilidades de una desgracia en el hogar y pasa que si bien la vida era más fácil cuando no existían mandos y las naturalezas inertes tenían como mucho un botón de apagado y otro de encendido, la llegada de la electrónica “hace que nos riamos de ellos”. Eso sí, reconoce que con ellos se pierden valores. Aquellos que hacían que uno apreciara las pequeñas cosas.

Ahora todo tiene que ser moderno y de dimensiones bien grandes para pasar a una cocina que ha sido la primera víctima de la revolución tecnológica. Ahí es donde el autor sale muchas veces perdiendo, porque su placa está dividida en dos fuegos de inducción y otros dos de vitrocerámica y esto le confunde hasta el punto de que piensa que ninguno de ellos transmite el calor y ocurre. Su mano termina sufriendo un calentamiento global.

 

Disparates > Sin embargo, su despliegue de bichos con antenas y cables es solo un pretexto para acudir a la puerta del humor blanco. El que no necesita hurgarle en el ojo al vecino para hacer reír al personal y se limita a contar disparates. Uno tras de otro. Es así como la sátira de Jardiel Poncela sale a relucir entre el metal frío de estos utensilios. En este mismo punto, la pluma relata de manera cínica cómo debe actuar uno ante la hecatombe mientras consulta su iPhone. Sin despegarse ni un minuto de la pantalla.

Itxu Díaz concluye con que lo mejor es la huida. Bien a una serie de lugares a los que no se ha acabado de llegar, como es el caso de la selva; sitios en los que, por otra parte, las opciones de conseguir cobertura son casi mínimas. O bien anunciando su propio deceso. Esto dejaría al sujeto un tiempo de margen para escapar a un país recóndito sin levantar sospechas. Después de desconectar todos los aparatos del sistema.

De todo esto y mucho más hablará esta tarde el periodista en una presentación amena y divertida. Porque el libro lo pide. Para que el curioso se ría un rato. Entre disparate y disparate.

Itxu Díaz planea en “Yo maté a un gurú de Internet” la huida del ser humano

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